Diario de León

Pedro González | Cocreador del canal Euronews y fundador del Canal 24 horas de TVE

Aprovechemos la pospandemia

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Para los que fungimos de trotamundos no hay mejor reposo que la evocación de los colores, olores, sabores y sonidos de la tierra en la que dimos los primeros pasos. Se puede viajar y residir en el otro lado del mundo, encontrar rutas hacia una mayor relevancia y prosperidad, pero siempre nos salen las raíces, las viejas referencias a las que aferrarnos en la singular aventura de la vida. En la enorme mezcolanza de países y de gentes con quienes nos cruzamos a lo largo de la vida siempre hay un gesto, un detalle que nos recuerdan la infancia y adolescencia, los familiares, compañeros, amigos y maestros de aquellos años que serían preludio de lo que, en adelante y hasta el final de nuestras vidas, seríamos capaces de emprender y realizar.

El mundo, o por mejor decir el periodo de tiempo en el que he vivido, está desapareciendo. En La Cepeda de mi infancia aún se utilizaba el arado romano y la bicicleta era el medio de transporte cotidiano de mayor lujo. Las cartas manuscritas con la gruesa caligrafía de manos campesinas amorosas eran la única forma de comunicarse con los que marcharon en pos de mejores oportunidades. El periódico llegaba una o dos veces a la semana. Era el contacto con el mundo más allá de los límites del pueblo. Por ello devorábamos las noticias y artículos de opinión en familia, compartidos, analizados, desmenuzados y discutidos a menudo en animado filandón.

Todos los progresos tecnológicos no borran en absoluto aquel mundo que fue, y que hoy está en trance de alumbrar uno nuevo. También hoy me acuerdo de Stefan Zweig. El magnífico escritor, y para mí el probablemente mejor biografista de todos los tiempos, sentía que el suyo se desmoronaba. Hoy también asistimos cuando menos a un cambio de era, y yo mismo no estoy seguro de que la nueva que está naciendo me guste. Espero no obstante adaptarme en la medida de lo posible. Y, por supuesto, me gustaría que nuestro León diera el salto a la modernidad de esa nueva era, en la que para bien o para mal todo será diferente.

La pandemia del coronavirus está acelerando sobremanera los tiempos. Gusten o no, nuevas formas de trabajo se están imponiendo. Abren nuevos caminos hacia el resto del mundo gracias a la tecnología. No habrá excusa, pues, para que desde cualquier pueblo o aldea recóndita se proyecten las mejores ideas a toda España, Europa y otros continentes. Sería un crimen de lesa patria chica no erigir para ello las necesarias infraestructuras, y con ellas hacer desaparecer la asfixiante burocracia administrativa que impide el desarrollo de los mejores proyectos.

Como dice el profesor de Harvard Joseph S. Nye, uno de los escenarios más probables con que nos encontraremos al final de la pandemia es que habrá desaparecido el orden liberal globalizado, tal y como se diseñara al final de la II Guerra Mundial. Pero, lo que lo sustituya no podrá prescindir de las personas que viven, se educan, trabajan y compiten por llevar a efecto sus ideas y crear en derredor el mejor entorno posible, allá donde se encuentren.

Asistiremos sin duda a una lucha feroz por la supremacía entre Estados Unidos y China, pelea que nos afectará de manera incuestionable. Y ya no quedan islas desiertas ni aldeas recónditas en las que esconderse o sustraerse a las consecuencias. A cambio, no habrá lugar desde el que no sea posible integrarse en el torrente sanguíneo de la nueva sociedad. Esta nos exigirá trabajos, actividades y nuevas destrezas que hoy ignoramos y que incluso ni llegamos a imaginar. Por supuesto, no pasará mucho tiempo para que ese cambio se opere por completo. En cierto modo, ante tal escenario se igualan mucho las posibilidades de todos los territorios. Es más, muchos de ellos se convertirán en ruinas si se aferran al mantenimiento a toda costa de industrias y productos obsoletos. Por el contrario, podrá emerger prosperidad de lugares que en este aún viejo mundo nos pudieran parecer inimaginables. ¿Cómo? Innovando y anticipándose a las nuevas necesidades que el nuevo mundo requerirá.

Innovando y anticipándose a las necesidades que el nuevo mundo requerirá podrá emerger prosperidad de lugares que en este viejo mundo eran inimaginables

Convendría mirar más hacia Asia, a mi entender el continente del siglo XXI. Hay muchos ejemplos en China, pero también en India, Corea y Taiwán, en dónde se han creado poderosas e innovadoras industrias del futuro, asentadas en lugares en los que reinaba la miseria hasta no hace muchos años. Hay muchos y buenos ejemplos de los que tomar nota.

Me alegro de poder expresar todos estos deseos con motivo del 115º aniversario del DIARIO DE LEÓN. Y, desde luego, espero vivamente que el periódico pueda dar cuenta, sea cual sea el formato tecnológico que adopte en ese futuro, de esa explosión innovadora de la que me resisto a creer no seamos capaces. El viejo Reino de León no puede dejar pasar el tren que instaurará una nueva prosperidad.

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