Diario de León

Pablo Linares Barreal | Director Técnico de la Asociación Berciana de Agricultores

El Bierzo agrícola: 115 años y mucho futuro

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En 1906 nacía el periódico que hoy acoge estas líneas. En 115 años de andadura ha visto pasar y ha recogido en sus páginas la historia de toda la provincia y, por tanto, de este Bierzo nuestro. Desde el campo, echando la vista atrás, buscando la situación de la agricultura en El Bierzo en aquella época, encuentro diversas similitudes con nuestro panorama actual en el sector, y hace que un velo de tristeza me embargue.

A principios del siglo XX, a nivel social, El Bierzo vivía una época difícil marcada por la plaga de la filoxera que unos años antes había arrasado con el viñedo de la comarca, sumiéndola en una gran crisis debido a que era uno de los cultivos que más gente empleaba. Continuó con la Primera Guerra Mundial y la llegada en 1918 de la gripe, que diezmó poblaciones y familias enteras. Todo ello dibujaba un panorama de la comarca de profunda depresión económica y social, con una altísima emigración a otras zonas de España, pero también de Europa e incluso América. Aislada de las capitales de provincia, sin conexiones ferroviarias. Nada, aparte de una agricultura de subsistencia y una minería incipiente, daban vida a este territorio.

La fotografía de esa época en el campo berciano era muy diferente a la actual. Mayoritariamente se trataba de cultivos de secano, con el centeno como claro dominador, seguido por el maíz para alimentación animal, a parte del viñedo, claro está. También se podía ver en nuestros campos algún cultivo ahora desaparecido como el lino. Y por supuesto nuestros castaños, nogales, manzanos y perales ya destacaban en ese paisaje agrario de subsistencia que se dibujaba en aquella época, donde también ocupaban un lugar importante la ganadería de ovino y caprino fundamentalmente, aunque también con vacuno, dejando por ello a un lado a la huerta ya que se usaban los regadíos para las praderías.

Espero que ese Bierzo futurista que imagino sea amigable para vivir y que las gentes de entonces hayan sabido aprovechar la riqueza de la tierra en su beneficio

No sería hasta la mitad de siglo cuando ese paisaje agrario daría un giro radical con la introducción de los regadíos. Es curioso rememorar cómo las crónicas del momento narran las vicisitudes y retrasos que se tuvieron que pasar hasta alumbrar ese canal bajo del Bierzo en 1951, proveniente de un plan de regadíos de 1902 que no se realizó hasta esos casi 50 años después. Relataba Medina Bravo a principios de este periodo sobre El Bierzo que «las tierras de regadío se dedican a praderío y las obras de regadío de cierta importancia no se llevan a cabo por el sentido de los empresarios al respeto de la tradición, su individualismo y la desidia de la ayuda oficial». 115 años después me recuerda dolorosamente a lo vivido estos últimos años (y que seguimos viviendo por desgracia) con la modernización del regadío del canal bajo del Bierzo.

Pasadas esas primeras décadas, en los años veinte comenzó a perfilarse un cambio en nuestra comarca. Se creó la MSP (1918) y al año siguiente el ferrocarril Ponferrada-Villablino que marcó el inicio de los años dorados de la minería berciana. Este despegue económico del Bierzo conllevó un cambio de usos de nuestro territorio. Se abandona mayoritariamente el cultivo de la tierra para trabajar en las minas, dejando sólo pequeños terrenos de autoconsumo. Se produce un movimiento poblacional hacia los pueblos más mineros en declive de aquellas zonas más agrícolas y ganaderas.

Por otro lado, cuando en los años cincuenta comienzan los nuevos regadíos del canal bajo del Bierzo, se produce un cambio de cultivos, con la desaparición en toda la zona regable de los secanos, y la introducción de cultivos como los frutales (inicialmente el manzano), y otras especies como el tabaco.

Toda esta mirada atrás, al siglo XX, nos tendría que servir para afianzar nuestro desarrollo futuro. Ver esos errores cometidos por nuestras generaciones pasadas con la dilación injustificable en el tiempo de la introducción de los regadíos, o el abandono del campo en busca del maná de otros sectores y el punto en el que actualmente nos encontramos.

Me gustaría acabar mirando al futuro, deseando e imaginando qué Bierzo quiero que tengan mis nietos o biznietos (que serán, en caso de que los tenga, los que poblarán esta tierra dentro de 115 años). Espero que ese Bierzo futurista, sea un Bierzo amigable para vivir, donde las gentes de entonces hayan sabido aprovechar la riqueza de esta tierra en su beneficio. Con una agricultura diversificada, rentable y de calidad, con una industria agroalimentaria que transforma y comercializa cientos de referencias de productos del campo diferentes, con unos bosques cuidados y a los que se les saca un rendimiento a la vez, y permiten que los pueblos que los sustentan puedan ser sitios atractivos incluso para los jóvenes. Con una sociedad que entiende que El Bierzo es lo que es gracias a su clima, a su tierra, a su agua, a sus cultivos, a sus árboles, y que esa orografía privilegiada, única, que se dibuja y resalta claramente en todos los mapas, puede proporcionar un medio de vida de altísima calidad a sus moradores. Ojalá, el retrato que haga alguien dentro de 115 años sobre el periodo de 2021 al 2136 de nuestro Bierzo, sea algo parecido a lo que sueño, pero para que eso ocurra tenemos que trabajar desde hoy y desde todos y cada uno de nosotros en ese camino.

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