Diario de León

Máximo Cayón Diéguez | Cronista oficial de la ciudad de León

Diario de León: vida y andadura en 115 años

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DIARIO DE LEÓN cumple ahora ciento quince años de vida y andadura. Y con la misma vitalidad y pujanza con que vio la luz primera aquel lejano tres de febrero de 1906, cada mañana, cimentado en la fortaleza que le procura su más que centenario aliento, llega a nuestras manos rubricando con la máxima actualidad la morfología de sus páginas que, para nosotros, leoneses del siglo veintiuno, visualmente, resultan tan entrañables como familiares.

León, en el marco histórico, es un mosaico bimilenario. Una de las teselas que lo componen responde a la identidad de DIARIO DE LEÓN que, con su cotidiana carga de contenidos y su caudal de informaciones, ha sido y es portavoz y heraldo de los afanes y anhelos, de los episodios y avatares, de las glorias y vicisitudes de la ciudad y de la provincia, de sus comarcas y sus gentes, tornándose compañero de viaje de tantas generaciones leonesas. Y, por ende, hoy, de nuestras vidas, formando parte también de nuestras vivencias y experiencias personales.

Las mías, iluminadas ahora por la luz apacible y aleccionadora del recuerdo, se retrotraen hasta el último tercio de la sexta centuria del pasado siglo, llevándome hasta aquellas antiguas instalaciones situadas en la estrechura irregular de la calle de Pablo Flórez, antes de Daoiz y Velarde. Hablo de aquella modesta y reducida sede donde se elaboraba y de la que salía DIARIO DE LEÓN al encuentro de sus lectores en edición vespertina, en un formato de grandes páginas en blanco y negro, que olían con frecuencia a tinta fresca. Aquel periódico era poco menos que una publicación artesanal. Y es que los escasos medios técnicos de la época dejaban su impronta en la confección de este rotativo, testigo, notario y pregonero de la vida leonesa.

Defiende el futuro y los intereses de León y de los leoneses sin desmayo alguno, tornándose así en órgano de expresión de toda la comunidad ciudadana

Poco tiempo después, en los primeros años de la siguiente centuria, la puesta en escena del offset, flamante sistema de impresión en color, trajo consigo nuevas técnicas de fotocomposición y, con ello, la pertinente modernización del periódico, transformando en sugerente y atractiva la imagen del mismo, que las modernas tecnologías han perfeccionado día a día, comenzando a salir desde entonces matinalmente. La dirección era responsabilidad de Alfredo Marcos Oteruelo.

Por aquellas calendas recuerdo que yo leía los trabajos de Juan Manuel Alonso, que rubricaba sus originales como Juama, de quien supe antes como antiguo vecino de mi calle, en el barrio de Nuestra Señora del Mercado, que como periodista, de Marcelo Martínez Aláiz, Ángel Herrero Conde, que hizo popular entre los leoneses el seudónimo Roherre en sus crónicas deportivas, Félix Pacho Reyero y José Luis Aguado. Y, por supuesto, de don Antonio González de Lama y de don Filemón de la Cuesta, a quienes aún releo cada vez que tengo la oportunidad de abismarme en la prensa histórica, directores ambos del periódico en momentos manifiestamente difíciles y comprometidos y a quienes, por respeto y admiración, siguiendo los dictados de mi conciencia, aún saltándome las normas académicas imperantes, me resisto con todas mis fuerzas a apearles el tratamiento.

Anteriormente, entre otros, habían desembarcado en aquel puerto de la otrora calle de la Canóniga Nueva, Carmelo Hernández Moros, el inolvidable Lamparilla, Crémer, y, mismamente, mi progenitor, Máximo Cayón Waldaliso, todos ellos considerados preclaros paladines del periodismo leonés. Luego vendrían — cito de memoria —, Pedro García Trapiello y Manuel Antonio Nicolás, Antonio Núñez y Camino Gallego, Maite Bayona y muchos más. Si pude conocer a todos ellos fue gracias a la intermediación de mi padre, que, en 1955, había ganado el Premio Ejército de periodismo, reportándole a DIARIO DE LEÓN el premio único de Periodismo para Empresas, dotado con quince mil pesetas, cantidad más que respetable en aquella época. Hasta aquí mis primeros recuerdos del periódico, coincidentes con los días de mi adolescencia y juventud. DIARIO DE LEÓN, que alcanza ahora la edad de ciento quince años — reciba por ello la más efusiva felicitación — cumpliendo con su misión informativa, y forjando, a la vez, su propia historia, desde hace veintitrés lustros, narra los aconteceres que se suceden en esta tierra nuestra y enuncia y expone sus prioridades, necesidades y carencias con periodicidad diaria, lo que equivale a decir que defiende el futuro y los intereses de León y de los leoneses sin desmayo alguno, tornándose así en órgano de expresión de la comunidad ciudadana. Y en aras de la consecución de este empeño, incluso, da audiencia además a diferentes corrientes de opinión que, desde el respeto y la pluralidad, vierten en sus páginas distintos pareceres que enriquecen la convivencia en libertad.

Tengo leído a Luis María Ansón, maestro de periodistas, que «un periódico libre es el sexto sentido de los pueblos». A mi juicio, este aserto es perfectamente aplicable a DIARIO DE LEÓN. Y es que para el decano de la prensa leonesa nada de lo que concierne a nuestra ciudad y a nuestra provincia le es ajeno.

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