Diario de León

Isabel Cantón Mayo | Catedrática de la Universidad de León

La educación, resorte para el resurgir de León

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Los 115 años que cumple el DIARIO DE LEÓN son motivo de felicitación y de satisfacción para los leoneses que han hecho suyo el periódico decano de la provincia. Con estas apresuradas líneas deseo unirme a las personas que sienten el orgullo de su tierra, que tienen al decano como referente de la vida leonesa y que hoy le dan la enhorabuena más cordial y alegre por la tarea, por la pervivencia y por formar parte fundamental de sus vidas. Este mensaje de enhorabuena se hace extensivo a los directores del DIARIO DE LEÓN a lo largo de sus 115 años de historia, a los responsables de cada sección y a los periodistas que han llenado de letras, noticias, ilusión y trabajo sus muchas páginas.

Me adentro en el mundo educativo de nuestra provincia para colaborar con el periódico desde la educación y a la vez completar el sueño ya expresado por Luis Bello:  León, la provincia modelo . Si, como el autor dice, en nuestra tierra, el que tuvo retuvo, León tiene un gran potencial de desarrollo en el mundo educativo y en la educación. Pero, para proponer una mejora lo primero es un diagnóstico, aunque sea grueso, de lo existente. ¿Qué ha ocurrido con la educación en León en el último medio siglo, en los últimos años? En general, algo similar a lo ocurrido en el resto de España: abandono y cierre de las escuelas del medio rural, cultura educativa complaciente, irrupción de las nuevas tecnologías-digitalización, cierta reingeniería social, todo ello sazonado con dosis de modernidad, de autosuficiencia, de egoísmo, de pandemia y de insolidaridad. ¿Qué puede hacerse desde la educación ante ese desolador panorama?

Dos elementos acaecidos con la escuela rural determinan parte de la crisis de León: el primero la decisión de las concentraciones escolares, que supuso el cierre del 92% de las escuelas rurales, que conlleva el primer ataque a la pervivencia de los pueblos leoneses. Se pretendía con ello hacer posible la graduación de la enseñanza, con la consiguiente mejora de la calidad y eficacia y reducir progresivamente el número de escuelas de maestro único. Pero la calidad de la educación y la calidad de vida en el medio rural no mejoraron, sino que se perdieron escuelas y población. Y es que el cierre de la escuela es la muerte del pueblo. Por ello la primera medida para reabrir las escuelas es el retorno a lo rural, convenientemente incentivado, apoyado en las posibilidades de las tecnologías. El rechazo y el fracaso de las concentraciones escolares hizo revertir la medida y se optó justamente por la idea contraria; dejar a los niños en las escuelas de sus pueblos bajo la coordinación de un centro escolar cabecera: surgen entonces los colegios rurales agrupados. Se pretendía el arraigo de los niños, la permanencia de las familias en los pueblos, la cercanía, evitar el traslado y volver al maestro del recuerdo. Pero no se pudo revertir la tendencia y eso que hay consciencia del hecho migratorio que supone la escuela. Recientemente Valcabado del Páramo ofrecía 200 euros por niño que se escolarizara en su escuela; otros pueblos, como Hospital de Órbigo, regalan a sus escolares los libros. Hoy la provincia de León es un caso más de lo que se ha llamado la España vaciada, también de escuelas.

¿Cuál sería la estrategia para que, al menos, si no el retorno, sí se garantice la permanencia de la escuela en los pueblos? Se trataría de decisiones de alcance por parte de los gobernantes que podrían ser, además de las dos señaladas, favorecer la instalación de industrias en las zonas despobladas (al modo como se hizo en la posguerra con Cataluña y el País Vasco) traer a León polos tecnológicos amparados en la potencia del Incibe; desarrollar los aspectos educativos del turismo (Las Medulas, patrimonio), de los restos de la minería o de la agricultura ecológica, serían algunas propuestas. El paralelismo entre industrialización, hoy de base tecnológica, y la educación es evidente. El desperdicio continuado en León de los fondos Miner, de las ayudas europeas y de cualquier iniciativa privada que salve del éxodo rural, ha sido una constante que debe corregirse si se desea preservar la educación y la población de la provincia. Lo mismo está ocurriendo con la llamada Mesa por León que avanzaba propuestas para dentro de diez años (¡cuán largo me lo fiais!). La rumorología señala también la posible instalación en León, del Centro de Estudios Penitenciarios que tiene una expectativa de atender a tres mil personas entre formación inicial y continua y que puede contar con expertos formadores en la Facultad de Educación de León que ha aportado formación de formadores a bomberos, policías, y otras profesiones. Otras iniciativas tienen el mismo fin, como León ruge , pero no se han concretado en nada, por muy diversos motivos. Referido a la Universidad la potenciación de sus facultades actuales (que viven bajo la amenaza de la concentración a Valladolid) y la implantación de otras como Medicina, Odontología, Musicología, Bellas Artes, etcétera, darían aire, vida y educación a la Provincia. También podría pedirse la ampliación de la formación profesional y general de la Base Aérea de La Virgen del Camino que traería a León incremento de alumnado y de profesorado.

La primera medida para reabrir las escuelas es el retorno a lo rural, convenientemente incentivado, apoyado en las grandes posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías

En síntesis, en estas líneas se ha hecho un repaso apresurado, sesgado, personal y contradictorio de los males que aquejan a León de sus posibles orígenes, y se proponen algunas propuestas que podrían mejorar o al menos paliar esta progresiva sangría que se produce en la provincia de León desde los años ochenta del pasado siglo, fundamentalmente en el campo educativo. La iniciativa privada ha agrupado sus fuerzas educativas en las ciudades y la administración no favorece emprendimientos educativos que libren de la penuria a León. En la actualidad, no sabemos si está más lejos la luna o Valladolid y vemos con amargura que los más emprendedores, los más audaces, los destinatarios de estas líneas, acuden lentamente al calor del fuego administrativo que les proporciona visibilidad, apoyo y asiento en la potente hoguera pucelana. Todos a una debemos, en primer lugar denunciar lo que se hace mal, en segundo lugar presentar estrategias que dulcifiquen y abran nuevos caminos para esta provincia, grande en extensión, en población y en recursos poco aprovechados y menos puestos en valor. En este sentido muchas de las iniciativas leonesas se han perdido por falta de insistencia, de reivindicación, de gota malaya. Hago mía, finalmente, una frase en este sentido: para comenzar un gran proyecto hace falta valentía, para finalizar un gran proyecto lo que hace falta es perseverancia.

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