Diario de León

Margarita Morais | Presidenta de la Fundación Eutherpe

Equilibrio entre el servicio y la libertad

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Felicidades DIARIO DE LEÓN por tu 115 cumpleaños! Después de saber esta enorme cifra, admiro más cómo te reinventas cada día con buen espíritu y juventud nueva. A la vez, quiero darte las gracias porque nos has acompañado desde mi llegada a la ciudad en 1976. Entonces, el cronista de nuestras actividades era Ángel Barja, con esa pluma poética y generosa que poseía y a la vez tan elegante y bueno. Además, nos unió una sincera relación de corazón a corazón aquella que desarrolla la confianza mutua. Una amistad que, en el tiempo, ha hecho que me sienta orgullosa de lo que pudimos compartir. Fue así desde el principio, como si estuviéramos unidos antes de que sol naciera. Después, Cultura-Diario de León y Eutherpe han sido un dúo armónico siempre afinado. Muchas gracias.

Cuando llegué a esta impresionante ciudad sentí las ganas de trabajar con energía, constancia y urgencia para dejar entre los alumnos algunas cosas que podían ser positivas para ellos ¡Qué felicidad comprobar su enorme interés, con qué soltura y rapidez aprendían! No nos cansábamos de estudiar, investigar, enseñar juntos. Siempre he disfrutado mucho dando clase, y más viendo una disposición tan extraordinaria en aquellas alumnas que pasaban cuatro horas al día, incluso los fines de semana, estudiando en la escuela.

Escuchaba y sigo escuchando con mucha atención y curiosidad las ocurrencias de los más pequeños por tanto como nos enseñan con sus sentimientos inocentes, espontáneos y sin filtro. Recuerdo que un día, en clase de Lenguaje Musical, hablé de Clara Wieck, esposa de Schumann, situándolos en un maravilloso cuento: «Érase una vez… hace más de cien años nació…» con tanto entusiasmo y colorido lo hice que, al terminar aquella especie de verdad y fantasía, un alumno de ocho años se acercó para decirme en secreto y de espalda al resto para que no le oyeran:

—¿Me puedes dar el e-mail de Clara?

—Pero, ¿de Clara Wieck? Gonzalo, nació en 1819 hace muchos, muchos años.

Con mayor secreto aún se acercó más y me preguntó al oído colocando la mano en su boca:

—Y qué pasa, ¿se ha muerto?

Otras muchas historias que vinieron después no tuvieron fechas, ni siglos.

También me gusta estar atenta a las necesidades que me exponen jóvenes músicos, ellos me ayudan a pensar y a tomar decisiones conociendo sus necesidades. Por ellos nació la Fundación Eutherpe y de esto hace 22 años sin parar de discurrir y ayudar cuanto podemos para que tengan un lugar para dar conciertos, una sala de ensayo, como solicitaban a la vez que buscábamos grandes maestros de los que aprender música y vida. Los ciudadanos también nos hacen sugerencias que nos importan y reflexionamos por si las podemos llevar a buen puerto. Por otra parte, están aquellos que tienen cargos de responsabilidad y poseen una visión más amplia que la que podemos alcanzar desde la Fundación Eutherpe. He encontrado a personas respetuosas, sensibles y hasta cariñosas con las he llegado a tener una bonita y buena amistad. He comprobado, una vez más, que en todos los ambientes sociales hay gente honesta, sincera, responsable a los que les gusta sumar en positivo más allá de las siglas con las que están comprometidos. Esto lo valoro y agradezco mucho porque nos permite mantenernos en equilibrio entre el servicio y la libertad. Me he llevado sorpresas muy agradables e importantes cuando he podido hablar y planificar proyectos con cargos destacados en la administración. Sé por experiencia que no «todos son iguales». No me gusta oír esta expresión, incluso me duele cuando con cierto desprecio se dedica sobre algunos colectivos. Hay personas excelentes que ni siquiera saben que lo son porque están ocupados en superarse, preocupados en el bien de todos y no piensan en los avances personales, ni en los juicios de otros. Con esta calidad humana podemos sentir que la esperanza no es una ilusión perdida.

¡El estudio de la música ha cambiado tanto y siempre a mejor! Recuerdo algún conservatorio (1974) situado en un pequeño piso. Los alumnos esperaban la llamada para el examen libre, sentados en las camas, intentando evitar la tentación de saltar en ellas y tirarse las almohadas. Otro lugar de espera era la cocina. La prueba se hacía en el salón de la casa, una habitación un poco mayor en la que había un piano vertical y al lado, el armario con puertas de cristal en donde se exponía la vajilla, copas y recuerdos familiares.

Durante los últimos cuarenta años, en España, vivimos una realidad casi de lujo: se han multiplicado los conservatorios con edificios importantes, las academias y escuelas de música son numerosas, los auditorios nuevos son impresionantes, orquestas de jóvenes por toda España, a imitación de la Jonde que tanto éxito ha tenido siempre.

Ayuntamientos y diputaciones han tomado buena nota de esta necesidad. Salvo excepciones, que las hay, contamos con los medios que ni imaginábamos alcanzar años atrás pero que son necesarios para una educación abierta al mundo. Ahora gozamos de mayor número de alumnos que se forman en la música obteniendo resultados magníficos y niveles superiores nunca soñados. Gracias al esfuerzo de los padres y preparación excelente de los profesores vamos sumando estupendos instrumentistas, como antes contemplábamos extasiados que tenían jóvenes músicos de otros países.

En España, de momento, no hay tradición de mecenazgo por numerosas razones. La iniciativa privada y los ciudadanos, en general, se han ido despreocupando de la responsabilidad de colaborar y cuidar la cultura, dejándola casi totalmente en manos de los gobernantes. Pero seguimos esperando que la situación cambie y aparezcan mecenas que apoyen la cultura en España ¿Por qué no? Esta preocupación y apoyo existen en muchos países de nuestro entorno. Sólo falta un poco de tiempo y las aportaciones llegarán. Son necesarias para seguir alimentando la belleza, las emociones positivas, el pan de una vida abundante y la armonía que consuela en plenitud. La Fundación Eutherpe hace una llamada a nuevos donantes que, conociendo el proyecto, quieran colaborar.

Muchos ciudadanos aún no conocen que los donantes tienen deducciones fiscales importantes y que, desde 2020, la deducción en cuota por persona física del impuesto IRPF es del 80% hasta 150 euros. Hago mías las palabras del Padre Arrupe: «No me resigno a que, cuando yo muera, siga el mundo como si yo no hubiera vivido».

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