Diario de León

Rocío García Cañamaque | Presidenta de Biotecyl, clúster de Salud de Castilla y León

Investigación, salud y buena comunicación

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Cumplir 115 años resulta algo realmente extraordinario, incluso aunque este alarde de longevidad, de experiencia y de perspectiva no sea una hazaña individual, sino el resultado de un esfuerzo colectivo desarrollado por varias generaciones de profesionales de la información como los que a lo largo de más de un siglo han dado vida al DIARIO DE LEÓN.

Pero cumplir 115 años en plena pandemia requiere, cuanto menos, un ejercicio de reflexión. En mi caso, quizás por deformación profesional, la reflexión me plantea dos caminos alternativos, que no quiero dejar de recorrer.

El primero, más actual que nunca, analiza el papel de la prensa como ese escaparate a través del cual una sociedad es capaz de identificar sus carencias, pero también sus capacidades.

Y si bien es cierto que la pandemia ha evidenciado multitud de carencias en la sociedad castellana y leonesa, también ha puesto de manifiesto su potencial como comunidad autónoma clave en términos de producción de conocimientos y generación de productos o servicios en el ámbito biosanitario.

El trabajo desarrollado por sus universidades, centros tecnológicos y hospitales, involucrados a lo largo de 2020 en más de un centenar de proyectos de investigación que a nivel autonómico, nacional e internacional han intentado dar respuesta a los diferentes retos globales que nos ha planteado el covid-19, desde luego ha resultado clave. Pero el esfuerzo desarrollado por las casi 6.400 empresas ligadas, en mayor o menor medida, al diseño o fabricación de productos biosanitarios o a la prestación de servicios esenciales en el cuidado de la salud ha sido, si cabe, aún mayor.

A lo largo de los doce últimos meses muchas de estas empresas han asumido el reto de transformarse para dar respuesta a las necesidades específicas planteadas por la pandemia. Para ello, se han visto obligadas a realizar inversiones importantes en materia de I+D, equipamiento o formación. Un esfuerzo que ha permitido conservar los casi 3.600 empleos que, sin contar con el personal sanitario, se asocian al sector de la salud en nuestra comunidad.

Un esfuerzo que ha convertido también a algunas de estas empresas en agentes clave en los procesos de fabricación o distribución de vacunas y test diagnósticos en colaboración con las grandes multinacionales.

Y es que quienes formamos parte de Biotecyl somos conscientes de que el sector de la salud en Castilla y León juega desde hace tiempo en ligas internacionales. Los medios de comunicación, la prensa, desempeñará un papel estratégico a la hora de evidenciar nuestras capacidades como sector estratégico para la recuperación y para la resiliencia de nuestra región ante nuevas eventualidades.

La prensa es una herramienta fundamental para la construcción de la cultura científica y el mejor escaparate para mostrar el gran potencial de la I+D en salud

El segundo camino que se abre en esta reflexión es el que analiza las dificultades que tradicionalmente han marcado la relación entre la prensa y la ciencia. Y es que los investigadores, enfrascados en nuestra metodología y arropados por la autoridad que nos confiere cierto grado de especialización, no siempre somos conscientes de la importante labor que desempeñan los medios de comunicación. En los tiempos que corren resulta patente que constituyen una herramienta fundamental en la construcción de la cultura científica de una sociedad.

En tiempos de aislamiento, los medios, especialmente en sus versiones digitales, nos conectan con la realidad, nos transmiten información fiable y contrastada y se convierten en el altavoces a través de los cuales los expertos proveen a la sociedad de datos, metodologías y reflexiones que nos permiten interpretar lo que ocurre interpretado desde una perspectiva crítica.

Pero también es cierto que esta labor, ciertamente fundamental, que acredita el valor en alza de los medios de comunicación en general en las sociedades democráticas modernas, frente a otras formas de comunicación más abiertas, más personales, pero también indiscriminadas e invasivas, corre peligro.

En su afán por buscar nuevos modelos de negocio que garanticen su sostenibilidad los medios compiten desde hace apenas una década con las redes sociales a golpe de clickbate, lo que en el caso de la comunicación de la ciencia complica enormemente la tarea.

La buena comunicación científica es capaz de construir titulares interesantes, sin perder los matices que siempre contextualizan el resultado de una investigación y que fundamentan su rigor y la validez de los nuevos conocimientos.

La buena comunicación científica no sólo habla de resultados, sino que explica también cómo funciona la ciencia, cuestionando sus límites y analizando las posibles colisiones con otros valores sociales.

La buena comunicación científica es la nos provee de herramientas para distinguir un contenido relevante de una fake news. Un reto que posiblemente marque las bases de la colaboración entre científicos y comunicadores los próximo 115 años.

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