Diario de León

Felipe Sahagún (*) | Periodista

El León que llevamos dentro

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Medio siglo aprendiendo y enseñando en el periodismo y en la universidad, dentro y fuera de España, a escribir en tercera persona es una losa para aportar 5.000 caracteres sobre el León que llevamos dentro y que sólo tiene sentido en primera persona.

Nacido en La Bañeza en 1953, criado en las Hijas de la Caridad de Sahagún, en los Paúles de Villafranca del Bierzo y en el Padre Isla de León capital, mis raíces están también en Llamas de Rueda, entre Almanza y Sahechores, la aldea de mis abuelos maternos, donde, entre lobos, cangrejos, vacas, trilla/parva en verano y briscas en Navidad, sin agua corriente en las casas ni una sola tienda o bar en el pueblo, los problemas de España y del mundo se reducían a los partes que cantaba el loro del abuelo Justo cada noche a las diez.

Con 17 años, recién aterrizado en Elkhorn, sur de Wisconsin, en 1970 como becario AFS (American Field Service) para cursar el último año del bachiller superior estadounidense, tuve que hablar en público por primera vez ante una Asociación de Esposas de Labradores local.

¿Saben dónde está León?, pregunté para soltar lastre. Silencio aterrador. ¿Y España? Tras muchos segundos que se me hicieron eternos, una viejecita levantó la mano y musitó: ¿Near Argentina?

No me lo esperaba. Dibujé mal que bien con una tiza en el encerado de la sala los lugares de España, Argentina y los Estados Unidos, separados por el Atlántico, y, con ayuda de tres postales —la Catedral de León, San Isidoro y el Cristo de los Balderas de la Parroquia de San Marcelo— y de una peseta de papel, hilé cuatro puntadas, salpicadas de referencias a Santana, el Cordobés y Miguel Ríos, sobre León y la España de Franco de las que no quiero acordarme.

Volví a España para estudiar periodismo en la primera promoción universitaria y nunca me atreví a llevar a su destinatario la carta de recomendación que, tras mucho insistir, me escribió para el rector de la Complutense, el suegro de Fraga, en su dehesa de Maudes, en agradecimiento por la ayuda de mi padre, guarda forestal de Sahagún desde el año 1956 hasta su jubilación, con la tasación y venta regular de árboles de la finca.

Mi primer trabajo práctico en la recién estrenada facultad fue una entrevista en 1973 con un leonés, Fernando Suárez, en su despacho del Paseo de Rosales cuando dirigía el Instituto de Emigración. Al año siguiente, gracias a Félix Pacho Reyero, uno de los periodistas leoneses que —desde DIARIO DE LEÓN, Informaciones , la agencia Efe y la Casa de León en Madrid— más han hecho por nuestra tierra y menos se lo han agradecido, entré en el periodismo internacional.

Mi primer trabajo en el Informaciones fue la transcripción de las cintas del Watergate, pero mi primer artículo firmado fue un reportaje nada crítico sobre los sueños y realidades del pantano de Riaño. El día que me llegó una carta de agradecimiento del responsable de la cuenca del Duero comprendí el botafumeiro que había parido y decidí limitarme desde entonces a internacional. Así ha sido durante los 47 años siguientes.

¿Cómo nos ven por ahí?, solía preguntarme mi director enton- ces, Jesús de la Serna, en mis años de corresponsal en Nueva York. Se refería a nuestro periódico y nunca me atreví a decirle la verdad: que no nos veían, nos ignoraban.

¿Cuál es el presente y futuro de la provincia?, preguntaba Ana Gaitero en su invitación a participar en esta celebración de los 115 años que cumple el DIARIO DE LEÓN. «Se permiten apuntes retrospectivos», añadía.

En 1975 conté las noticias que se habían publicado sobre España en el informativo de más audiencia de Estados Unidos: el de Walter Cronkite, en la CBS. Tres: atentados de ETA, el Cordobés recibido en la Casa Blanca por Gerald Ford y la muerte de Franco.

León tiene, como el resto de la España profunda, poco o nada que ver con la de nuestra infancia, pero a diferencia de otros territorios pasa desapercibida o es sistemáticamente ignorada

A León le sucede en España algo parecido. Tiene, como el resto de la España profunda, poco o nada que ver con la de nuestra infancia, pero a diferencia de los territorios conflictivos, como Cataluña, pasa desapercibida o es sistemáticamente ignorada.

Como el resto de las ciudades españolas, se ha modernizado, se ha alfabetizado (en los informe Pisa mejor que Madrid) y, para crecer y prosperar, su prioridad pasa por una integración plena en el nuevo mundo de redes virtuales, donde las fronteras importan cada vez menos (que se lo pregunten al coronavirus, al Estado Islámico o al cambio climático) y la educación/información cada vez más.

El Consejo de Ministros aprobaba el pasado día 26 de enero el envío a Cortes del proyecto de la primera Estrategia de Acción Exterior de España. En su elaboración han participado, además del Gobierno central, las autonomías, provincias, ayuntamientos, empresas, ONG, sindicatos y docenas de académicos. Las cuatro grandes fracturas que identifica en la España de hoy y del futuro (socioeconómica, ecológica, climática, demográfica y de biodiversidad, tecnológica, política y de gobernanza) tienen su correspondencia en cada parte de España y León no es una excepción.

Merece la pena replicar ese esfuerzo de diagnóstico y tratamiento en el León de nuestros sueños. Habría que cambiar el orden de prioridades, pero los principales síntomas de la enfermedad coinciden. En ese esfuerzo deberían movilizarse a los todavía más de 400.000 leoneses que aún residen en nuestra tierra y a los 300.000 que hicimos nido fuera de ella.

(*) Pseudónimo de Felipe Maraña Marcos

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