Diario de León

Tío Alberto, Fundador de la Ciudad-Escuela Muchachos

De la mano y desde niño con Diario de León

tiopaco

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León

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Es un honor formar parte de tan ilustre cuadro de firmas en estas páginas para felicitar al DIARIO DE LEÓN por cumplir 115 años de existencia. He recibido el encargo primero con cariño por la profunda identificación que siento con mi tierra, con sus gentes y con los valores que representa este medio de comunicación; y, segundo, con la lógica añoranza de quien vive lejos de su patria chica que, no obstante, ocupa un lugar muy especial no solo en mi corazón, pero además en mi obra artística y arquitectónica.

De hecho, es aún más emocionante la celebración del diario decano de la provincia a la que me uno en estas líneas porque la Ciudad Escuela Muchachos (Cemu), entidad sin ánimo de lucro de la que soy fundador, cumplió medio siglo justamente en 2020, el año pasado.

Por otra parte, mi inquietud artística, que afloró en mi infancia, me ha vinculado a este periódico desde siempre, porque ya entonces sus informaciones entonces se hacían eco de mis exposiciones y de los reconocimientos públicos que obtenía en los concursos juveniles de arte locales. Cuando la Cemu ha sido noticia, el DIARIO DE LEÓN ha estado entre los primeros medios en cubrirla con ecuanimidad y sensibilidad, cumpliendo con su misión informativa, pero consciente al mismo tiempo de que nuestra entidad realiza una labor en favor de los más desprotegidos socialmente.

La Cemu es mi obra y es mi vida, cuestión que manifiesto públicamente sabedor de la profunda responsabilidad que esto conlleva. Cemu es un acrónimo de Ciudad (un lugar —refugio y hogar— para vivir), Escuela (un lugar para aprender a vivir) y Muchach@s, porque sus beneficiarios (los y las que viven aquí) son tanto chicos como chicas.

La Cemu nace para dar la vida a quienes en algún momento casi llegan a perderla y en ella enseñamos a quererla a partir del cariño y el aprecio al ser humano y a la vida en comunidad. Es un lugar abierto a cualquier niño, niña y adolescente que, por cualquier razón personal, familiar o social, necesite de ella. Funcionalmente diseñé esta ciudad a escala infantil para que, además, fueran las mismas niñas y niños quienes la dirigiesen, cuidasen y atendiesen, como parte de su formación y dentro de un sistema democrático que pretende ayudarles o, en algunos casos, reconstruirlos.

En nuestra sociedad confundida, la Cemu tiene plena justificación como solución para el problema trágicamente latente de los niños, niñas y adolescentes vulnerables

En mi caso, emprender una experiencia como la Cemu —diseñar sus arquitecturas, escribir sus normas y construir sus equipos— se debe a una concurrencia de circunstancias y razones, de «azares y necesidades». Las primeras razones nacieron, sin duda, en mi primer vientre —mi vientre materno—, por cierto, el de una mujer leonesa, admirable, abnegada y, sobre todo, afectuosa. En mi segundo vientre (mi hogar de ocho hermanos, un apretado y solidario mundo infantil de la capital leonesa donde a diario se leían los ejemplares del DIARIO DE LEÓN), aprendí a crecer en amor y compañía, a ser solidario, a convivir —vivir con—. Después están las circunstancias exteriores, las vividas en mi tercer vientre: mi vida social. Por ejemplo, la influencia —azar— que ejerció sobre mí aquella película sobre La Ciudad de los Muchachos del Padre Flanagan (Forja de hombres, 1938) y que sembró la semilla en mí que, más tarde, fructificó cuando conocí al padre Silva y su proyecto de Benposta.

Entré en Benposta por su puerta más conocida, El Circo de los Muchachos, precisamente y como no podía ser de otra forma, a su paso por León y gracias en parte a las informaciones que encontré hojeando las noticias de este periódico. No obstante, por desavenencias «formales» con la línea educativa de Benposta, fundé la Ciudadescuela Muchachos en Leganés, como una experiencia nueva. En nuestra sociedad precaria, enferma, pandémica, desigual y confundida, creo que la Cemu tiene plena justificación como solución efectiva para el problema trágicamente latente de los niños, niñas y adolescentes en situación de vulnerabilidad.

En la Ciudad Escuela, nos esforzamos a diario por conseguir el pleno desarrollo de la personalidad ciudadana y su integración activa, eficiente y crítica en una sociedad libre y democrática. Cuando nos situamos en la búsqueda de nuevas formas educativas, solemos pasar por alto la democracia como método pedagógico permanente. Si partimos del supuesto de que el niño aprende lo que vive, si vive democracia, aprenderá a respetar a los demás, a cuidar del bien común. Valores que, desafortunadamente, se desdibujan hoy a golpe de tweet . Y, por eso, el papel de los medios de comunicación es fundamental, pero aún más significativa si cabe es la contribución de publicaciones con la solera y la reputación que tiene el DIARIO DE LEÓN. Todos debemos felicitarnos por contar con un periódico de la raigambre de este diario cuyo trabajo periodístico se convierte en dique ante la desorbitada proliferación de nuevos medios digitales, muchos de los cuales han travestido su función social como informadores. Mis mejores deseos para la empresa y el equipo de redacción del DIARIO DE LEÓN por su profesionalidad e imparcialidad.

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