Diario de León

Rogelio Blanco | Escritor, editor, doctor en Pedagogía y licenciado en Antropología y en Filosofía y Letras

Retroprogresión

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León

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De S. Pániker tomo el neologismo. El filósofo mediante este término defiende la necesidad de avanzar y simultáneamente atender al pasado para no avanzar a ciegas. A este concepto uno parrhesia, terminó griego que significa «el derecho a decir lo que se tiene en la mente», a la libertad de expresión que con fuerza defendía Diógenes.

Escribo estas líneas para un medio, el DIARIO DE LEÓN, que cumple 115 años y aparece en la festividad de san Blas, protector de la garganta, soporte de la palabra. Con pie en estos términos me dirijo a los lectores invitándolos a la reflexión, huyendo de excusas, conjurando engaños y exponiendo realidades. Les convoco a la lectura atenta de los contumaces datos que ya penden sobre esta tierra. La parte retrospectiva de esta mirada pretendo que no sea mitificadora, pues no importa que un hijo de Jafet, sea Tubal o Magod, tras el diluvio, fueran los fundacionales pobladores ya que somos hijos de los astures, los primigenios habitantes de la cuenca del Esla. En esta cuenca y proximidades se conformaron aldeas resistentes a los invasores, se administraron en asambleas y concejos, se otorgaron fueros que se extienden por la Península y se alcanza el siglo XII convocando Cortes parlamentarias que inducen a la Unesco, en 2013, para que las reconozca como primigenias y a la ciudad de León se le otorga el título de «Cuna del parlamentarismo», ejemplo de una democracia temprana.

Con mirada retrospectiva, en la tierra leonesa se suceden manifestaciones en la defensa de su espacio e identidad en afán de protagonizar su historia. Hermandades y comuneros, labradores y mineros, obreros y estudiantes, gentes leonesas todas, han dado muestras suficientes de tal anhelo. Esta brega ha conformado un modo de ser, una identidad, la leonesa, explicitada en manifestaciones culturales y sentires, que se brinda diversa y unida a las restantes ibéricas. Este modo de ser y estar, además, se concreta en la generosidad de este pueblo que ha contribuido para que de su espacio se extraiga abundante materia prima. Del alma de esta tierra se extrae carbón y se entrega la necesaria energía eléctrica; además, sobre cauces y valles se habilitan pantanos que anegan hábitats, se sacrifican pueblos y cuya riqueza en parte se desplaza sin compensaciones. Ejemplos devenidos del pasado que perviven. Son riquezas que los leoneses han sabido compartir. ¡Bien está compartir!, mas esta entrega se cuestiona tras la intensa caída de los indicadores socioeconómicos leoneses.

Debemos atender la lectura de los datos que tozudamente se repiten; ¿qué leemos?: envejecimiento y pérdida demográfica alarmantes, paro, etcétera, y muchas promesas vacías y ya viciadas sobre la fotografía de personajes hieráticos tras una «mesa»; luego, se atisba un futuro incierto tras un presente que ya no se puede aceptar como trato y más bien como maltrato; un modelo comparable al colonialista: usurpación de riquezas y personas, si bien menos descarado pero con similares efectos; pues, frente a tanta entrega no llegan retornos, solo promesas y veladas amenazas para quienes se desvían del discurso oficial. Desde la lograda democracia no es la mejor respuesta. Ni Diógenes ni san Blas la recomendarían. Asistimos a un expolio que provoca el desarraigo de gentes obligadas a emigrar mientras se contempla la paramera productiva y demográfica de una región que se niega a ser prólogo de Asturias y epílogo de Castilla. Los datos socioeconómicos, pues, ya son dramáticos; mientras, se habilitan logorreas maquilladoras y promesas que ya insultan. Bien lo explica un término leonés: ñañarismo, hablar mucho y decir poco, al que debiera agregarse engañifa, muchas promesas y pocos hechos.

Esta tierra cargada de generosidad, ni al amparo de san Blas se le ha dejado decir su propia palabra y se la ha impostado en una autonomía tras una «y» copulativa que ni une ni vincula y más bien tras esta falsa unión — ¡ya de cuatro décadas! — solo le ha devenido decrecimiento en un contexto, el español y europeo, en el que tales, sean sociales o económicos, han ido al alza. Caben muchas preguntas y a realizarlas invito a los lectores.

Con mirada progresiva quedan las esperanzas y se solicitan respuestas: ¿por qué a esta tierra no se le brindan las mismas posibilidades que a otras? Ni más, ni menos. La unión con la región próxima y hermana no responde a las expectativas; por otra parte, se puede lograr la unión desde la vertebración, la unidad desde la diversidad, nunca desde la uniformidad que no responde a sentires. Desde esta mirada se impone leer los datos, hacia atrás y hacia adelante, con retroprogresión: aceptando y defendiendo el pasado, revisando el presente y encarando el futuro.

Cunde el pesimismo y la desconfianza. Abundan promesas incumplidas, apropiación de recursos y de símbolos culturales; quizás tal comportamiento sea por ignorancia; el resultado es más grave que si nace desde pérfida intencionalidad. La ignorancia se puede subsanar. Las razones que se emiten, sean históricas o socio-económicas sean «razones de Estado», no están suficientemente explicadas o no tienen más aclaración que una deriva manipuladora a veces cargada de narcisismo político que solo atiende a intereses ajenos o a alzaprimar regiones próximas; pero todas se atisban ausentes al porvenir de los las gentes leonesas. Es difícil entender cómo en tan poco tiempo el decaimiento sea tan dramático y con tendencia a empeorar. Los datos delatan. Léanse.

Con mirada progresiva urge izar los pendones frente al abatimiento, elaborar proyectos propios y compartidos —dado que es el modo de la leonesidad— y, en la cuna del parlamentarismo, defender la propia palabra.

El DIARIO DE LEÓN en numerosas ocasiones ha propalado estos mensajes durante 115 años, se pide que sostenga este compromiso al amparo de san Blas y bajo la enseñanza de Diógenes, pues «no existe mayor pecado que el uso abusivo del poder» (san Isidoro). ¡¡Parrhesia!!

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