Diario de León

Los 102 años del abuelo preso de San Marcos

El último superviviente del campo franquista celebra su cumpleaños con regalos leoneses: una canción de Isamil9 y una tarta de «homenaje a León y su maravillosa gente»

El último superviviente del campo de concentración de San Marcos tuvo un dulce recuerdo para León. MONTSE SALA

El último superviviente del campo de concentración de San Marcos tuvo un dulce recuerdo para León. MONTSE SALA

León

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Josep Sala, el último superviviente del campo de concentración que fue San Marcos durante la Guerra Civil y hasta noviembre de 1939, celebró ayer 102 años de vida en Barcelona, rodeado de la familia y brindando con una copa de cava y una tarta estilo San Marcos con la que fue agasajado por la familia.

«Es un homenaje a León y su maravillosa gente», dijo Sala, agradecido por el homenaje que recibió en junio en el parador en recuerdo de todas las víctimas del penal.

Fruto de este homenaje llegaron otros regalos leoneses. La cantautora Isamil9 le la canción Nun vayas, nieto inspirada en la frase que le dijo su propio abuelo al poeta y escritor Abel Aparicio cuando salía de casa para asistir por primera vez a la exhumación de una fosa en busca de restos de represaliados y que alude al miedo que transformó en silencio el sufrimiento de las generaciones que vivieron la represión y la dictadura en carne propia.

Josep Sala estuvo preso durante tres meses en San Marcos tras caer en manos de los fascistas en el invierno de 1939, ‘olvidó’ durante décadas aquel episodio hasta que, con la jubilación, los recuerdos de aquellos días durmiendo a los pies del altar de San Marcos y comiendo en una lata le empezaron a acechar.

Su testimonio fue recogido por el periodista y escritor Carlos Hernández de Miguel en el libro Los campos de concentración de Franco. En una entrevista publicada por Diario de León en mayo recordaba que «en San Marcos eras menos que un gallina en un gallinero» y cómo los guardianes que les custodiaban desde el campo de Santa Ana a San Marcos les impedían coger la comida que les ofrecía la gente a su paso a pie por la calle.

Josep Sala sobrevivió para contarlo y el pasado junio pidió a los políticos que se comporten para que no se vuelva a repetir, en el tributo que recibió en el parador tras la reinauguración del fue uno de los campos de concentración que más prisioneros tuvo encarcelados —entre 15.000 y 20.000 en sus tres años largos de existencia— y en el que murieron entre 1.500 y 3.000 personas.

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