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Ali, Teo y Tiago, robots que hacen de todo

Un foro europeo de robótica en Málaga presenta prototipos capaces de planchar y servir mesas, recoger cosas del suelo o recordar la medicación a personas con alzhéimer

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María Alonso | Málaga
León

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Teo es capaz de planchar, servir mesas en un restaurante y pintar cuadros; Tiago puede coger objetos del suelo y colocarlos en estanterías y Ali recuerda a personas con alzheimer si han comido o si han tomado sus pastillas. Ellos son algunos de los robots presentes en un foro europeo de robótica inaugurado ayer en Málaga.

Pal Robotics, empresa catalana que ha conseguido introducir sus robots en el mercado japonés, es la creadora de Tiago, Ali y Reem-C, cuyo objetivo es lograr que sean capaces de mejorar la calidad de vida de las persona, como ha explicado a Efe su director de negocios, Carlos Vivas. Tiago es un robot de color blanco de poco más de un metro de alto, con unas pinzas como manos y una cara que recuerda a Wall-E y ET. Con él, los científicos estudian de qué forma se podría mejorar el cuidado de personas mayores a través de cosas tan sencillas como, por ejemplo, recoger objetos del suelo.

Ali es algo más alta. Un robot social de cara afable y con una pantalla en el abdomen. Sirve como punto de información dinámico para proporcionar datos al ciudadano en un aeropuerto o acomete tareas que pueden ser de ayuda en recepciones de establecimientos como hoteles. Según Vivas, investigan la manera de utilizar a Ali para que, a través de recordatorios y otros métodos de ayuda asistencial para retrasar el ingreso en residencias de personas con demencia.

Reem-C, con sus ojos negros, más de medio metro de altura, dos piernas, brazos y manos imita el movimiento humano necesario para que los robots puedan adaptarse a nuestro entorno. Él es uno de los más avanzados a nivel internacional, pero puede costar alrededor de 350.000 euros. «La manera más sencilla de conseguir financiación es a través de proyectos de índole militar», ha explicado el directivo, quien asegura que, a pesar de ello, la línea roja que no atraviesan es precisamente aceptar este tipo de proyectos, ya que son «difícilmente compatibles» con el objetivo de ayudar a las personas.

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