Diario de León

Un aliado contra la crisis climática

Las esponjas marinas alojan en su interior toneladas de silicio, lo que se traduce en una ayuda para mitigar los efectos adversos del calentamiento global

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Efe | Barcelona

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Un grupo de investigadores del Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC) descubrieron que las esponjas marinas retienen cerca de 48 millones de toneladas de silicio al año en los océanos, lo cual contribuye a paliar el efecto invernadero y el calentamiento global en la atmósfera.

El CSIC explica que los resultados del estudio, liderado por el investigador Manuel Maldonado, demuestran que la mayor parte del silicio existente en los océanos proviene de esponjas marinas, y no de las diatomeas, una microalga que constituye uno de los tipos más comunes de fitoplancton, como se pensaba en un principio.

El ciclo del silicio es uno de los más importantes de todo el ecosistema marino, ya que este elemento químico, que se encuentra disuelto en los océanos, es fundamental para el crecimiento de las diatomeas, que absorben grandes cantidades de CO2 con su fotosíntesis que ayudan a reducir el efecto invernadero.

Como en el resto de ciclos, el del silicio tiene que estar en equilibrio, es decir, la cantidad anual de silicio disuelto que entra en el océano debería ser igual a la que sale.

Estudios previos, que únicamente tenían en cuenta los esqueletos de la diatomeas, alertaban sobre la necesidad de encontrar otra fuente de silicio en el mar ante la posibilidad de que el equilibrio de su ciclo estuviera roto por el deshielo creciente de los glaciares y polos.

Ahora, los investigadores del CEAB-CSIC desvelan que la cantidad de silicio retenido en el océano es un 28% superior a la anteriormente investigada, gracias a la función que desempeñan los esqueletos de esponjas marinas en los fondos marinos.

Los esqueletos de las esponjas son, por razones desconocidas, mucho más resistentes a la disolución que los de las diatomeas, una propiedad que provocó que el contenido silíceo de éstas no hubiera sido detectado con anterioridad.

Este descubrimiento apoya que el ciclo del silicio marino está en equilibrio e introduce la idea de que los ciclos bioquímicos en el océano no están claros.

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