Diario de León

Alija de los Melones revive con boda

Tras el impás de la pandemia El Hilandón recupera la tradición que evoca los tiempos pasados de este pueblo del sureste leonés ahora apellidado del Infantado

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León

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Alija del Infantado se vistió de Alija de los Melones ‑como se llamó el pueblo hasta los años 60 del siglo XX— un año más después de dos años sin celebrar la tradicional ronda, boda y tornaboda que atrae a centenares de personas y a grupos culturales desde Albacete, Asturias, Zamora, León o Valladolid.

El grupo cultural El Hilandón, artífice de este evento en el que el colorido y las formas de la indumentaria tradicional y la elegancia de las collaradas de corales y plata se mezcla con la música, los bailes, los bollos de cuchara y el moscatel.

Lo más significativo es que todo el pueblo participa. De los balcones de las calles principales colgaban mantas y colchas sobre los que se exponía la indumentaria tradicional sacada del arca para un acontecimiento tan especial. El último fin de semana de marzo, en Alija del Infantado no echan en falta la hora menos de sueño, si acaso será de juerga.

La fiesta empezó el viernes por la noche con la ronda. El sábado por la tarde, la comitiva de invitados sale de la casa del novio, desde la plaza del Ayuntamiento. Un mozo de Hospital de Órbigo, del brazo de la madrina, encabeza la marcha hasta la casa de la novia con la ristra interminable de convidados detrás. La casa de la señora Aureliana, que abren sus nietas, es el escenario donde se le recitan las coplas a la novia, que sus hurras y vivas en el patio de corredor, hasta que aparece con el padrino en el balcón de la fachada principal. El atrio de la iglesia de San Esteban, donde se puede contemplar su artesonado mudéjar recuperado, es el escenario del enlace que un cura postizo y un sacristán de ocasión ofician con liturgia poco ortodoxa. Cada episodio es bien bailado y bien cantado. Y al día siguiente... la tornaboda.

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