Diario de León

Las ‘amistades peligrosas’ de grandes artistas

l Catherine Meurisse ilustra en ‘El puente de las artes’ las relaciones de reconocidos escritores con pintores

Todas las ilustraciones de este reportaje petenecen al libro ‘El puente de las artes’, de Catherine Meurisse (Impedimenta).

Todas las ilustraciones de este reportaje petenecen al libro ‘El puente de las artes’, de Catherine Meurisse (Impedimenta).

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León

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verónica viñas

El 7 de enero de 2015 Catherine Meurisse llegó tarde a trabajar porque se durmió. Esto le salvó la vida. En la redacción del semanario satírico Charlie Hebdo dos enmascarados habían sembrado el terror. Meurisse publicó aquel trágico episodio en una novela gráfica, La levedad, una suerte de ejercicio catártico.

Después contó su infancia en el campo en Los grandes espacios. Ahora, la autora, que en 2020 se convirtió en la primera historietista en ingresar en la Academia de Bellas Artes de Francia, sorprende con Le pont des arts (El puente de las artes). Pequeñas historias de grandes amistades entre pintores y escritores (Editorial Impedimenta). Una novela gráfica que, en poco más de un centenar de páginas, recorre algunas de las relaciones ‘por amor al arte’ que cultivaron personajes como Zola y Cézanne, George Sand y Delacroix, Diderot y Greuze o Picasso y Apollinaire.

Una obra en la que el lector, de la mano de Baudelaire, aprenderá a distinguir una obra maestra de un ‘cuadrucho’. Y que le mostrará qué hacían, cuando no hacían nada, André Breton, Kiki de Montparnase y Man Ray. Un libro que destila humor y erudición a partes iguales. No en vano, la autora es licenciada en Lenguas Modernas e Historia del Arte. Aparte de publicar novelas gráficas, Meurisse colabora con medios como Libération, Les Échos, Télérama o L’Observateur.

Ya en 2019 Meurisse llevó a cabo en Delacroix, su personalísima adaptación gráfica de las memorias de Alejandro Dumas, gran amigo del pintor. En 2020 el Centro Pompidou dedicó una gran retrospectiva a la artista nacida en 1980 en la región francesa de Nueva Aquitania.. El acierto de Meursisse es ‘humanizar’ a los grandes maestros de la pintura y la literatura. Mostrarlos en ‘zapatillas’, en la vida íntima, con sus neuras, sus miserias y sus locuras. A través de la historia pequeña, de anécdotas y sucesos curiosos vividos por estos grandes pintores y escritores, Meurisse hace un retrato, en ocasiones despiadado, de los protagonistas más singulares del ar-te y la literatura. Un ejercicio realmente difícil, en el que demuestra, sin abrumar al lector —todo lo contrario— su profundo conocimiento de la historia del arte.

A través de algunas de estas ‘extrañas parejas’ —la mayoría franceses, aunque no todos— , Meurisse se convierte en guía por un museo de personajes excéntricos, a los que caricaturiza tirando de su biografía menos conocida. Expone abiertamente cómo algunos defectos y enfermedades se convirtieron en ‘virtudes’; así, por ejemplo, una afección visual dio como resultado las conocidas figuras alargadas de El Greco. La autora se pregunta si Rembrandt padecía estrabismo o más bien ictericia, dada la paleta de colores que utilizó el artista.

También cuenta el desagrado que causó entre la crítica y público Lola de Valencia, obra de Manet. Se trata del retrato que el impresionista realizó en 1862 a la célebre bailarina española, cuyo nombre real era Dolores Melea, estrella del ballet de Mariano Camprubí.

A Picasso le dedica dos historias muy jugosas. La primera, cómo el pintor estuvo en el punto de mira, con su amigo Apollinaire, en el robo de la Gioconda en 1911; la segunda, cómo Balzac y el pintor malagueño embarcados en la búsqueda de la obra maestra desconocida, se topan en el mismo estudio. En 1936 el cómico Jean-Louis Barrault avisa a Picasso que deja libre un enorme granero en el centro de París. Se trata del número 7 de la rue des Grands-Augustins. Es aquí donde Picasso pinta el Guernica —un encargo del gobierno republicano para que formara parte del Pabellón Español en la Exposición Internacional de París de 1937—. En el mismo lugar, mucho antes, Balzac ubicó el taller del pintor Frenhofer, protagonista de su novela La obra maestra desconocida.

El puente de las artes es una espléndida novela gráfica sobre la intimidad de los artistas y lo que habitualmente no cuentan otros libros dedicados a artistas y escritores.

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