Ana Flecha

Querido lector, no lea. Tomo prestada la frase de una retrospectiva del artista mexicano Ulises Carrión y hago mía la petición. Si usted, querido lector, se ha paseado alguna por las profundidades de las secciones de comentarios de los periódicos digitales, habrá visto que de un tiempo a esta parte ha surgido un pequeño ejército de personas informadísimas sobre los temas más variados: las vacunas, el feminismo de verdad, la verdadera izquierda, el LGBT (sic). Todas estas personas, que suelen referirse a sí mismas como librepensadores, tienen algo en común: no leen. Si quiere usted pensar por sí mismo, querido lector, tome el ejemplo de los que más saben y no pierda el tiempo con panfletos cursis y vacíos de contenido. Total, ya no se escriben libros como los de antes, y los de antes, para qué engañarnos, tampoco hace falta leerlos. De hecho, con el debido respeto, no sé qué hace usted leyendo este párrafo que también podría haber llevado por título una frase que he aprendido en la universidad de la calle: tonto el que lo lea