Diario de León

«La ansiedad es una señal del cuerpo para que hagamos cambios»

fernando otero

fernando otero

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León

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carmen Tapia

LEÓN

—¿Qué es la neuropsicología y qué hay que estudiar para especializarse en esta materia?

—La neuropsicología es un punto intermedio entre las neurociencias y la psicología. Se centra en entender la relación entre las estructuras cerebrales y el comportamiento humano. Fruto de ese conocimiento podemos potenciar las capacidades o saber que puede estar pasando cuando fallan. Nuestro cerebro es extremadamente complejo, por lo tanto no podemos reducir su conocimiento a pruebas de neuroimagen, porque aunque han avanzado mucho en los últimos años no llegan al nivel de análisis que sería necesario. La neuropsicología brinda la oportunidad de poner a prueba a nuestro cerebro analizando nuestro comportamiento. Para ejercer como neuropsicólogo, el Ministerio de Sanidad exige un nivel superior de formación con títulos como neurología, psiquiatría, psicología clínica o medicina física y rehabilitación, un Máster o Posgrado con especialización en neuropsicología y una práctica profesional supervisada equivalente a 4000 horas.

—¿Por qué y cuándo un paciente necesita la atención de un neuropsicólogo?

—Podemos extraer beneficios de la neuropsicología en todos, y de hecho se usa mucho en casos de publicidad o en diseño de material lectivo. Pero si nos centramos en la parte patológica, la neuropsicología interviene ante daños cerebrales. El tipo de paciente puede ser muy diverso. Los más frecuentes son dificultades en el desarrollo que interfieren en la correcta adquisición de las funciones mentales superiores (casos de TEA, TDAH, discapacidad intelectual, trastornos del aprendizaje…), daños adquiridos fruto de una lesión (traumatismos craneoencefálicos, accidentes cerebrovasculares…) o degenerativos (alzhéimer, parkinson, demencia frontotemporal…).

— ¿Por qué acudir a un neuropsicólogo y no a un neurólogo?

—En la mayoría de los casos será necesario acudir a ambos, el trabajo debe estar coordinado. Son disciplinas con el mismo objeto de estudio pero las funciones de las que se encarga uno y otro o las formas de enfrentar al mismo problema son diferentes. El neurólogo se centra en lo anatómico y trabaja mediante la farmacología. Mientras que el neuropsicólogo el cambio lo promueve mediante la neurorehabilitación y se focaliza en la conducta. Cuando el tipo de problema no requiere una farmacología o cuando la farmacología está resultando insuficiente para combatir la situación sería necesario acudir al neuropsicólogo para abordar desde más frentes.

— Cerebro y mente. ¿Cómo distinguir la diferencia para actuar?

—El cerebro es un órgano del cuerpo encargado de la actividad del sistema nervioso, es una estructura que capta la información procedente de los sentidos y genera una respuesta fisiológica acorde. Mientras que la mente es un concepto abstracto que designa el conjunto de capacidades cognitivas, intelectuales y psicológicas que forman nuestra conciencia. La mente emerge del cerebro y el buen funcionamiento del cerebro permite la existencia de la mente. Al estudiar la mente humana nos basamos en disciplinas como la psicología o la filosofía y al estudiar el cerebro necesitamos de una base biológica, la relación entre ambas es inseparable y se estudiaría mediante la neuropsicología.

— ¿En qué consiste una evaluación neuropsicológica?

—Fruto de tener un conocimiento de cómo funciona un cerebro normal y que alteraciones implica uno afectado podemos “poner a prueba” al cerebro de los pacientes con ejercicios para comprobar cuales son sus conductas, y si dichas conductas difieren de lo que sería esperable de un cerebro sano. Por ejemplo, en un caso de sospecha de dificultades en la memoria sabemos que para una determinada edad la cantidad de información que pueden retener en un momento está entre dos márgenes, en cambio el paciente evaluado da unos resultados significativamente por debajo, además al evaluar el progreso de esos daños vemos que hay un progreso paulatino de pérdidas desde hace años, y que interfiere también en la obtención y el lenguaje… reuniendo todos los síntomas podemos sospechar que estamos ante un caso de demencia. Por lo tanto. la evaluación neuropsicológica consiste en poner a prueba la memoria, el lenguaje, la atención, las funciones cognitivas, praxias… y proponer una hipótesis que explique el conjunto de todos los resultados obtenidos, casi como armar un puzzle con muchas piezas.

— ¿En qué casos está indicada?

—Es necesario en casos donde no hay un diagnóstico claro, ya hemos dicho la utilidad de la neuroimagen pero puede no ser concluyente y necesitamos otras fuentes de información. En casos donde el diagnóstico es claro cada enfermedad se manifiesta de un modo en cada persona, si hay un caso de traumatismo craneoencefálico necesito especificar concretamente qué funciones y en qué magnitud están alteradas para un correcto tratamiento. Sirve también para tomar una línea base con la que comparar los avances después de un proceso de estimulación. Y en casos no patológicos nos puede servir para saber cómo potenciar al máximo nuestro cerebro, sí yo sé de qué forma funciona mi memoria puedo mejorarla.

—Con la pandemia y los conflictos sociales que aumentan, los psiquiatras alertan del aumento de la medicación y de los problemas mentales. ¿Para resolver un problema mental que surge por las dificultades de la vida no siempre es necesario recurrir a una terapia farmacológica? ¿Valdría con dar soluciones a los problemas que afectan a las personas por las crisis económicas y la salud? ¿No cree que el papel del terapeuta tiene una enorme responsabilidad a la hora de tratar a un paciente?

—Tanto la pandemia como los conflictos sociales que estamos viviendo sirven como detonante de mucho malestar, actúan casi como un interruptor que enciende algo que está mal en mí pero que estaba logrando mantener apagado. Muestra de ello es el incremento de servicios de psicología. El terapeuta tiene una función clave, pero en primera instancia es la persona en sí que reconoce que requiere ayuda y se deja ayudar. En ocasiones se recurre a la farmacología en primer lugar o como único mecanismo y esto es un error, de poco sirve que incorpore a mi cerebro una pastilla que altere su bioquímica si mi forma de pensar, actuar y sentir sigue siendo la misma que me ha llevado a estar mal. Podré notar el cambio al inicio, pero sí continuó comportándome igual me habitúo al medicamento y el problema permanece. No es estrictamente necesario el acudir a terapia, pero puede ser una forma más sencilla, rápida y con menos sufrimiento de superar algo.

—¿Por qué los mismos problemas o situaciones similares afectan de manera diferente a la salud mental de las personas?

—Porque somos diferentes, por lo tanto la forma en la cual interpreto, acepto, experimento o hago frente a esa situación es distinta. Podríamos decir de forma extrema que la realidad no existe, siempre es fruto de una interpretación. Dicha recreación depende de mi esquema mental, que he ido creando a lo largo de toda mi vida y que voy modificando día a día. Interfiere mi base biológica, mi educación, experiencias, situación actual, valores… Podremos sacar puntos en común, porque compartimos una cultura o ciertas características, pero siempre será distinto.

— La mayoría de las terapias consisten en relativizar los problemas, pero estos existen realmente y afectan objetivamente a la vida de las personas. ¿No le parece que esta actitud de defender la relatividad de las cosas no soluciona los problemas?

—No creo que las terapias se basen en relativizar los problemas, de hecho el inicio de la terapia es reconocer que existe un problema, y posteriormente a esto tratar de entender que estamos haciendo para mantener ese problema o que cosas no estamos haciendo que podrían ser necesarias. En todo caso hay que partir de la idea de que el sufrimiento es inherente a la vida, no se trata de evitarlo o negarlo, es reconocerlo y tratar de reducirlo al mínimo necesario.

—¿Cuáles son los problemas que más desestabilizan en el entorno laboral?

—Uno de los problemas más frecuentes actualmente en consulta es la ansiedad, y el entorno laboral o cómo coordinarse con el resto de aspectos es de las causas que más ansiedad provocan.

Las principales demandas suelen estar en la gestión del tiempo, en la sensación de falta de reconocimiento o en la carencia de objetivos claros. Necesitamos sentirnos valorados y no exclusivamente mediante una recompensa económica, a veces es necesario saber que lo que hacemos está bien visto. Requerimos tener unos objetivos claros para focalizarnos en nuestra misión y entender que lo que hacemos tiene un sentido. Y es fundamental encajar esa parte laboral con el resto de mi vida, es algo que el teletrabajo ha alterado gravemente.

—¿Y dentro de las familias?

—Dentro de la familia lo que más desestabiliza son los enfrentamientos, la mala gestión del conflicto que en lugar de verse como una fuente de avance o mejora interpretamos como una lucha que debo ganar.

—¿Qué diferencias hay entre menores, jóvenes, adultos y personas mayores?

—En el ámbito de la neuropsicología el tipo de patología puede variar mucho en función de la edad. En la infancia los problemas fundamentales son alteraciones del desarrollo, en adultos suele haber más casos de traumatismos o accidentes vasculares, y en personas mayores la patología más frecuente es de tipo degenerativo. En cambio, en psicología el tipo de patología podría ser muy similar pero la diferencia está en cómo se manifiesta. El tipo de síntomas de una depresión es muy diferente dependiendo la edad de la persona.

— ¿Podemos prevenir la demencia?

—El aumento de los diagnósticos se debe a un aumento de la esperanza de vida y a mejoras médicas que logran que las personas sobrevivan a accidentes que antes serían necesariamente mortales. Sobre la prevención, es verdad que podemos interferir pero no erradicar la demencia. Si comenzamos a trabajar antes de que los síntomas se manifieste el curso de esta será muy distinto, dando al paciente y a su familia calidad de vida, pero por desgracia el avance de la enfermedad no se interrumpe. El trabajo se centra en tratar de alargar al máximo una vida con calidad.

—¿Hay algún factor externo que favorezca una demencia?

—Si, existen importantes factores para desarrollar una demencia independientemente de haber hecho una adecuada prevención. Pero esto no resta importancia a la prevención, porque el curso de la enfermedad va a ser muy distinto gracias a haber tenido unos hábitos saludables. Entre esos factores externos destacaría la predisposición genética, si tenemos familiares cercanos con dicha patología podemos tener una vulnerabilidad que hace que sea especialmente importante la prevención.

—¿Cómo será la salud mental de la población dentro de 50 años?

—Para poder intuir un futuro es bueno observar cómo ha sido la evolución en el pasado, y ante eso lo que observo es un incremento radical de la importancia que se le da a la salud mental, por lo tanto creo que existe un futuro esperanzador en ese sentido. Es posible que fruto de pararnos a pensar más en salud mental de la sensación de que estamos peor, pero creo que es una toma de conciencia necesaria para mejorar.

—En psicología, como en otras disciplinas médicas existen diferentes corrientes. En su caso ¿qué tipo de técnicas sueles usar?

—Realicé mis estudios en la Universidad Autónoma de Madrid y allí la corriente que impera es la cognitivo-conductual, por ello estoy muy influenciada por dicha corriente y por la neuropsicología, que suelo usar en las sesiones para entender cómo los problemas son fruto de nuestros esquemas mentales, y la influencia de la atención o los procesos mnésicos en nuestro día a día. Con la experiencia clínica percibí cómo guiarme por una corriente podría ser limitado y comencé mis estudios en las Técnicas de Tercera Generación, que consisten en un conjunto de técnicas que tratan de modificar la conducta del paciente desde un enfoque más global, teniendo en cuenta tanto el pasado como el presente de la persona y donde el problema a superar no es algo contra lo que se lucha sino que se acepta y se entiende como necesario para el avance. Por ejemplo, en un caso de ansiedad es necesario entender qué papel está cumpliendo dicha ansiedad en lugar de suprimir simplemente los síntomas, porque es un mensaje que nuestro cuerpo manda para que tomemos conciencia y promovamos cambios, de lo contrario podemos experimentar un bienestar temporal pero el cuerpo encontrará otras vías de seguir enviando el mensaje. Lo mismo ocurre con cada una de las emociones, necesito experimentar las emociones desde las más agradables hasta las más desagradables para entender el papel que juegan en mi bienestar emocional, podríamos entender las emociones desagradables casi como el dolor físico, es desagradable pero imprescindible para la supervivencia porque nos indica qué está fallando para poner medidas.

—A raíz de la pandemia el trabajo ‘online’ se ha incrementado ¿cómo se adapta a esta situación la psicología?

—La psicología también se ha visto influenciada por esta dinámica. En el caso de niños es más complicada por las dificultades en focalizar la atención y porque el trabajo con ellos requiere de una interacción diferente mediante dibujos o juegos que no se pueden adaptar a la versión online. En el caso de jóvenes y adultos, en la mayoría de los casos el trabajo es indistinto sea de forma online o presencial, pudiendo combinar ambos en función de las circunstancias, lo que permite mayor acceso a la psicología a gente que vive en lugares alejados o fuera de España. Así como continuar con el tratamiento durante periodos de vacaciones o cambios de residencia. Es una alternativa que ahorra tiempo y permite solventar el inconveniente de las mascarillas ver la expresión emocional.

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