Diario de León

«La autopsia tiene mucho peso pero no resuelve por sí sola los crímenes»

FERNANDO OTERO

FERNANDO OTERO

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León

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ana gaitero

LEÓN

n Ignacio R. Alija Merillas es médico forense y jefe de clínica en el Instituto de Medicina Legal de León. Una profesión con gran proyección en series y películas, que en realidad se ejerce desde la discreción y una formación que aspira a ser reglada en las mismas condiciones que otras áreas de la medicina. A través de la formación MIR en hospitales e institutos de medicina forense y legal.

—La medicina forense se suele relacionar con las muertes violentas, aunque su campo es más amplio. ¿Puede comentar qué aspectos abarca su profesión?

—Según reglamento tenemos a nuestro cargo la emisión de los informes médico legales que sean solicitados a través de los Institutos de Medicina Legal por los Juzgados, Tribunales, Fiscalías, Oficinas del Registro Civil y otros órganos de la Administración de Justicia. En el ámbito Penal aparte de autopsia, también se hace seguimiento e informes de sanidad sobre lesionados judiciales, informes de imputabilidad psiquiátrica, sobre consumo de drogas ilegales, mala praxis médica, violencia de género o periciales sobre víctimas de violencia sexual. En el ámbito civil, informes sobre internamientos involuntarios, medidas de apoyo a personas con discapacidad o de temas médicos en personas que tienen concedidos beneficios de justicia gratuita y que solicitan nuestros conocimientos en el marco de su procedimiento. En el ámbito social, realizamos los informes que nos solicite Su Señoría acerca de capacidad laboral residual, grado de discapacidad e impugnación de altas laborales. También se participa en aquellos procedimientos del ámbito Contencioso Administrativo y de Vigilancia Penitenciaria, en los que esté reglamentada nuestra actuación. Y esto sólo es una muestra de nuestro día a día más habitual.

—¿La violencia de género es la asistencia legal más frecuente que demandan los juzgados de León del Instituto de Medicina Legal y Forense de León y Zamora?

—No es de lo que, afortunadamente, más se nos solicita. Pero sí que es un campo de trabajo que requiere conocimientos muy específicos. Hay que partir que se trata de delitos que se comenten en la intimidad, basados en una situación de superioridad y miedo, y que tienen siempre la potencialidad de convertirse, en un futuro, en tipos delictivos mucho más graves. Hasta la evolución y comportamiento de una víctima de violencia de género es muy diferente al de otras víctimas.

—¿Qué labor desempeñan en este campo?

—La labor es multidisciplinar. No sólo se informa sobre las posibles lesiones físicas y psíquicas. También se hacen valoraciones sobre síndrome de mujer maltratada, imputabilidad del agresor, consideración y análisis de factores de riesgo. Y por supuesto, sin olvidar la existencia de violencia vicaria sobre menores de edad o personas dependientes a cargo.

En la valoración de los factores de riesgo en un caso de malos tratos se consideran, dentro del Viogen, hay hasta 35 ítems diferentes. Y son tan diversos como la existencia de sexo forzado, uso de armas o instrumentos especialmente graves para la integridad de la víctima, amenazas, celos, Trastornos mentales previos en el agresor o la víctima, situaciones de discapacidad de la víctima, consumos de drogas e historial de los mismos…

—¿Cuentan con los recursos suficientes para ayudar a las víctimas?

—Los Institutos de Medicina Legal no tienen una función asistencial. Su actuación es pericial y su objetivo principal es proporcionar al Juzgador la información más precisa posible para que tome las decisiones que legalmente están establecidas, tanto sobre el agresor como sobre la víctima.

Aunque no son todavía suficientes, los medios existentes han mejorado ostensiblemente en los últimos años. Un gran salto adelante se produjo cuando, tras la creación de los Institutos de Medicina Legal, se comenzó a dotar de equipos de valoración psicosocial, con la inestimable participación de especialistas en trabajo social y en psicología forense. Permitió a su vez que se pudiesen establecer las llamadas Unidades de Valoración Integral, compuestas de médicos forenses y los citados equipos psicosociales, que conseguían una valoración muy amplia y completa de las especiales circunstancias de estos delitos. Tan útiles han sido, que su actuación se ha visto ampliada a otros delitos, como los de violencia sexual o en delitos sobre menores. Los protocolos son revisados de forma continua buscando una atención más completa e integral posible. La formación es continuada y esta forma de trabajar no sólo rinde beneficios en violencia de género, pues se generan unos modos y flujos de trabajo que redundan en un cuidado de la calidad de todas nuestras actuaciones.

—¿Cuántas autopsias se realizaron en León el año pasado?

—En la provincia de León, entre León y Ponferrada, en el año 2020 se realizaron doscientas veintiún autopsias, divididas entre 5 homicidios, 49 suicidios, 57 accidentes (aquí se incluyen de tráfico, laborales y casuales), 2 estudios de restos óseos y exhumaciones, y 102 de muertes de causas naturales. A fecha de cierre de las estadísticas quedaban 6 casos pendientes de causa definitiva. En estos momentos estamos elaborando la memoria estadística anual del año 2021, que solemos cerrar sobre principios de marzo, por lo que no tenemos todavía los datos definitivos del año pasado.

—¿En qué casos están indicadas las autopsias? ¿Cuáles son las más frecuentes?

—La autopsia médico legal se realiza por orden judicial en todo caso de muerte violenta o sospechosa de criminalidad. Los fines de la mismos son establecer la etiología médico legal de la misma, es decir si es natural o violenta, y en este último caso si es homicida, suicida o accidental. La data aproximada. Las causas fundamentales e inmediatas de dicho fallecimiento. Y cualquier otra circunstancia que sea de interés a los efectos de la instrucción sumarial. Sin embargo, el mayor número de autopsias médico legales que se realizan son de muertes de causa natural. Ese número se ve aumentado por un desconocimiento más extendido de lo deseable, en atención primaria, de los requisitos por los que una muerte debe ser notificada al Juzgado de Guardia. Todos los años se realizan autopsias de muertes naturales, sin sospecha alguna de criminalidad, perfectamente certificables por asistencia primaria. Dudas, miedos y desconocimiento en la confección del certificado de defunción y de su significado, llevan a que se utilice esta vía como un servicio de interconsulta más, de una manera que normativamente no está así contemplada. Dicha judicialización sin sentido, carga de trabajo innecesario a médicos forenses, unidades policiales y juzgados. Sin olvidar el sufrimiento añadido de los familiares, que ven interrumpido el proceso normal de actuación funeraria sobre el cuerpo de su deudo.

—¿Cómo ha afectado la pandemia a la labor de la medicina forense?

—En el lado negativo, se tuvieron que limitar a lo imprescindible las autopsias médico legales. Aquellas que se tenían que hacer requerían test previos, y siempre adaptando las técnicas para disminuir la producción de los temidos aerosoles al manipular órganos y tejidos. También ocasionó dificultades a la hora de realizar los exámenes psiquiátricos a ancianos en residencias, en casos de, lo que hoy llamamos medidas judiciales de apoyo a personas con discapacidad. Se tuvo que recurrir a videoconferencia en móviles. Y aquí, quiero expresar mi agradecimiento a mucho personal de las Residencias de Tercera Edad, que usando sus móviles propios, nos facilitó muchísimo la tarea. En el lado positivo, obligó al Ministerio de Justicia a acelerar el abordaje de la digitalización y el uso de medios telemáticos. Hace varios años, hablar de teletrabajo, cursos de formación a distancia por la web o juicios totalmente por videoconferencia, en tu despacho, era más de ciencia ficción que de realidades. Y hoy es práctica habitual, que muy probablemente haya venido para quedarse.

—¿Cómo ha evolucionado la medicina forense desde usted desempeña este oficio?

—Llevo en la medicina forense desde hace ya más de veinticinco años, concretamente desde tercero de carrera, por lo que he sido un espectador privilegiado del gran cambio de los últimos años. Cuando empecé, los médicos forenses estábamos asignados a los Juzgados de 1ª Instancia e Instrucción, y la relación con los jueces era casi de «médico forense de cabecera». Es cierto que permitía un trabajo con un entendimiento y una complicidad extraordinaria. Pero la medicina legal se estaba volviendo, con rapidez, muy compleja y ese esquema ya era inútil.

Estabas sólo en tu plaza, casi aislado, lo que terminaba por limitar mucho el trabajo. Y los medios materiales…bueno, en capitales de provincia estaban un poco mejor, pero en el ámbito rural dependías de la buena voluntad de un alcalde que tuviese el depósito del cementerio bien acondicionado o de un funerario que te prestase sus instalaciones. Debo confesar que en La Bañeza, donde estaba, era uno de los más afortunados. Pero, aun así, cualquier compañero de aquellos años puede llenar de anécdotas, varias cenas, de los lugares y condiciones en los que debieron trabajar. Y el material, iba contigo en tu vehículo propio. En más de una ocasión, al salir de vacaciones tras una guardia, te encontrabas que ¡habías atravesado media península con la sierra Stryker en el maletero!

En el año 2004, la creación de los Institutos de Medicina Legal lo cambió todo. Pasamos a trabajar en equipo, de forma conjunta, aportando nuestras habilidades y conocimientos. Los medios materiales mejoraron, pues ya los locales en los que se realizaban las autopsias debían ser propios y mantenidos por el estado o la comunidad autónoma. El interés por la violencia de género nos benefició, pues comenzamos a tener una visibilidad, que antes no teníamos, a la hora de asignarnos presupuesto, personal y participar en planes ministeriales específicos.

En breve habrá una nueva revolución: la correcta reglamentación, al fin, de la especialidad de medicina legal y forense. Se prevé que sea por vía MIR, con enseñanza en Hospitales y en Institutos de Medicina Legal, y será imprescindible para trabajar como médico forense. Y por fin se nos reconocerá la especialidad a los que llevamos ya muchos años, de facto, ejerciéndola.

—La imagen clásica del forense haciendo una autopsia es la disección de un cadáver sobre una mesa. ¿De qué medios técnicos se valen para completar el trabajo in situ?

—¡Es que las técnicas clásicas de autopsia, perfeccionadas en el siglo XIX todavía son bien útiles! La correcta aplicación de las mismas sigue resolviendo la gran mayoría de los problemas periciales. Pero también nos apoyamos en técnicas auxiliares. A estos efectos, la labor que desarrolla el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses de Madrid es vital, con sus secciones de Biología, Toxicología y Criminalística. Y el catálogo de análisis que podemos solicitar es muy amplio: estudios de drogas, medicamentos y venenos, exámenes de ADN para identificación cadavérica, diatomeas para sumersión, de fauna cadavérica para data de la muerte, de residuos de disparo en manos…si alguien se encuentra aburrido una tarde, la lectura de la Orden JUS/1291/201 ofrece un catálogo muy completo de las mismas.

La asignatura pendiente sigue siendo las pruebas de imagen. Institutos pequeños como el nuestro carecen de la posibilidad de realizar radiografías o TACs, Dependemos de la colaboración del Servicio de Radiodiagnóstico del Hospital de León, con todas las molestias que comporta llevarles un cadáver, en su organización diaria, desinfección de la sala usada, etc. Pese a ello, nunca nos ha faltado su ayuda, siempre prestada con una gran profesionalidad y extraordinaria amabilidad.

-¿Cuál ha sido el caso más complejo que le ha tocado abordar?

—Cualquier caso de homicidio es complejo. No vale sólo determinar la causa y la data de la muerte, debes ir mucho más allá, pues de tu trabajo dependen muchos factores, como puede ser calificación penal del delito y otro gran número de consideraciones importantes para las partes. Además, se debe acudir a vista oral, y lograr explicar, de la forma más accesible posible, conocimientos complejos a personas que no tienen formación médica y que es imprescindible que los comprendan.

Si a todo eso, le añadimos exámenes de imputabilidad en investigados, toma de muestras en drogas, exámenes para descartar posibles lesiones de defensa y lucha, tomas de muestras de cotejo de ADN…no es de extrañar que todo homicidio constituya una importante carga de trabajo para el médico forense, durante muchos meses.

—¿Puede mencionar alguno en el que la autopsia haya sido determinante para esclarecer un crimen?

—La autopsia, al contrario de lo que muestran muchas series, por si sola, no esclarece ningún crimen. Puede tener un gran peso, pero sin la participación de otro gran número de profesionales sólo sirve para cumplir sus objetivos propios. Pero sus hallazgos, complementados con otros indicios, pueden llegar a ser muy reveladores y tener una gran importancia en el proceso judicial. Son como las piezas de un puzzle más amplio, que en ocasiones son accesorias, y en otras vitales para una correcta visualización del cuadro general.

De casos concretos, sólo puedo hablar de los que he participado y tengo conocimiento. Recuerdo el de Dña. Teodora Herrero, en el 2004, aparecido su cuerpo en el maletero de un vehículo en el paseo de Salamanca, el de Dña. Marta Villayandre, asesinada en el 2011.Y uno curioso, el de D. Michael Rausch, súbdito alemán, en el que la autopsia que se realizó probó las declaraciones del imputado, en el sentido en el que se trataba de un homicidio imprudente, y no doloso como se pensaba en un principio.

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