Diario de León

La belleza como antídoto para el dolor

l El traductor Xavier Farré traza la calidad poética de Adam Zagajewski

marijan murat

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miguel ángel gayo

El poeta polaco Adam Zagajewski, último representante de la gran poesía polaca del siglo XX y uno de los más premiados de Europa, representó según su traductor al español, Xavier Farré, la búsqueda de la belleza como antídoto contra el horror. Formó, junto a Zbigniew Herbert, Czeslaw Milosz y Wislawa Szymborska, el Olimpo de la poesía polaca moderna y, aunque al contrario que los dos últimos, no llegó a obtener el Premio Nobel de Literatura, su figura se considera como una de las más importantes de la poesía europea reciente. Falleció este domingo en Cracovia. Al igual que su biografía (nació en 1945 en Leópolis, actual Ucrania), la obra de Zagajewski discurrió ajustándose a los acontecimientos históricos que le tocó vivir, y si en su vida tuvo que emigrar a otros países para escapar de guerras y dictaduras, en su poesía construía puentes que cruzaba en busca de la belleza, para evadirse de las dentelladas de la realidad.

En palabras para Efe de Farré, traductor al español de la obra de Zagajewski y amigo personal del poeta, «con la muerte de Adam Zagajewski desaparece uno de los últimos poetas contemporáneos que defendían la búsqueda de la belleza como un antídoto contra los horrores que han surgido a lo largo del siglo XX, sin olvidar en ningún momento esos momentos de aflicción, de destrucción, de derrota de un humanismo».

Descrito como un hombre más bien tímido y de pocas palabras, Zagajewski cultivó una poesía donde se infiltraron la filosofía, la ética y también la ironía y el sentido del humor. Cuando Zagajewski se encontraba impartiendo clases de literatura en Chicago, uno de sus poemas, «Intenta Alabar el Mundo Mutilado», fue publicado por la prestigiosa revista «New Yorker» en un número especial dedicado a los ataques del 11 de Septiembre, por lo que desde entonces se le conocía como «el poeta del 11-S» en Estados Unidos.

De entre los muchos premios que recibió, cabe destacar el Premio Internacional Neustadt de Literatura, considerado como el Nobel de Poesía, el Princesa de Asturias de las Letras, el Premio Internacional de Literatura, el Prix de la Liberté y una beca Guggenheim. «Adam Zagajewski pertenece a la última generación de poetas de la llamada escuela poética de poesía, concepto que acuñó Czeslaw Milosz; unos poetas que todavía consideran que hay una escala de valores en el mundo, que podemos alcanzar una metafísica, que el lenguaje y la poesía permiten contrarrestar la realidad», explica Farré.

Compromiso con la libertad

Zagajewski destacó por su inequívoco compromiso con la libertad y su resistencia ante cualquier tipo de autoritarismo: por ejemplo, se negó a firmar un manifiesto de escritores polacos en los que, para conmemorar una reforma en la Constitución polaca en 1975, se aludía a la «eterna amistad entre la Unión Soviética y Polonia». sí, además de moverse en ambientes académicos y literarios, el poeta polaco también se involucró en la denuncia de una realidad ante la cual la poesía es a la vez arma y escudo: «En la poesía de Zagajewski la cara radiante y clara de la vida acaba haciendo empalidecer el horror, lo tenebroso y lo oscuro de la existencia», afirma Farré. «Una de las palabras que se van a asociar siempre con la obra de Adam Zagajewski es la de fervor, en relación a su ensayo y también al título del libro ‘En defensa del fervor’, agrega su traductor. «Precisamente es ese concepto, esa actitud la que puede salvar la poesía, la que puede salvar a las personas de la contaminación, del ruido del mundo exterior que no nos permite vislumbrar los momentos de dicha, los momentos de felicidad y de belleza. Porque en Zagajewski siempre encontramos esa búsqueda», asegura Farré.

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