Diario de León

Blanca Luz, la musa de las Vanguardias

l El diplomático Miguel Albero escribe sobre ‘El colchón de América’

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alfredo valenzuela

ABlanca Luz Brum la llamaron «el colchón de América» por sus muchos amantes; nació en Uruguay, donde un poeta la raptó de un convento, fue la musa de la vanguardia, estuvo en Argentina con Neruda y Lorca, en México con Siqueiros, en Chile con Huidobro, después con Perón y acabó en la isla de Robinson Crusoe, que se llama así por ella, admirando a Pinochet. «Blanca Luz Brum (1905-1985), con ese nombre sonado que era falso, es una mujer fascinante que recorre el siglo veinte y Latinoamérica como una exhalación, uno de esos secretos que merecen ser descubiertos», ha dicho a Efe el escritor y diplomático Miguel Albero, quien ha trazado una breve biografía de esta mujer en «Blanca Luz Brum. Una conversación, seis postales y una vida», publicada por la editorial andaluza Zut en su colección Vidas Térmicas.

Precisamente Vidas Térmicas agrupa biografías de grandes personajes que, sin embargo, no son lo suficientemente conocidos, de ahí que Albero haya explicado a Efe que ha tratado de «transmitir al lector mi pasión por este personaje único, no tanto de descubrirle un hijo secreto o un amante escondido, y por eso opté por resumir su vida en seis ‘postales’, una suerte de ‘polaroids’ de momentos clave de su peripecia»

Fue una mujer que, según su biógrafo, «hizo de su vida su mejor obra literaria, una novela de aventuras y amoríos, de revolución y acción, en la que está en cada momento histórico de la primera mitad del siglo veinte latinoamericano, en donde se cuecen las cosas, con los personajes más notables». Albero ha recurrido a aquello sobre Lola Flores de «No canta, no baila, no se la pierda» porque ha asegurado que «vale para Blanca Luz, porque no era ni buena poeta ni buena pintora, pero sí un personaje de una fuerza brutal, de un magnetismo fuera de toda duda».

Relación epistolar

«Lo mejor está en sus cartas, donde su prosa desabrochada carga contra todo y contra todos. Si alguien se inventa un personaje así no te lo crees, alguien que después de ser raptada de un convento se va a Lima, donde está en el centro de la Vanguardia de la revista Amauta, luego se casa con Siqueiros y aparece en Hollywood en casa de Chaplin, prosigue como jefa de prensa y algo más de Perón y acaba en la isla Robinson Crusoe, pintando cuadros horribles y paseándose desnuda...» «La llamaban de forma despectiva el colchón de América, por la cantidad de personajes notables que fueron su pareja, si hubiera sido hombre sería el gran conquistador latinoamericano...» ha exclamado Albero, para matizar: «Pero no hay que equivocarse, era ella quien elegía y no ellos, y lo hacía porque en el fondo era su manera de influir en las cosas, de estar en la acción; era una mujer de acción, libérrima, tremenda en sus opiniones, un personaje de una pieza que renegó de todos los países donde estuvo, que echaba pestes de las mujeres, porque su condición de mujer y de extranjera constituían los límites con los que se encontraba siempre». Albero, que para ser diplomático pone a sus libros títulos tan poco diplomáticos como Roba este libro, Instrucciones para fracasar mejor y Fake: La invasión de lo falso, también ha tratado de describir con pocas palabras a Blanca Luz Brum: «Es de esos personajes que no nos dejan una obra que podamos admirar, su obra es su vida, y esa vida es fascinante, nos guste o no, las razones de su olvido son obvias, ningún país la reconoce como suya, su cambio ideológico, de revolucionaria con Mariátegui a apoyar a Pinochet la convierte en una vendida; pero eso no hace que el personaje sea menos interesante, al revés, lo convierte en más atractivo, más complejo, mucho más literario.»

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