Diario de León

La bolsa de agua que vaga junto a Lanzarote

Salió del Golfo de Cádiz en 2019, casi al mismo tiempo que un iceberg se desprendió de la Antártida, y tiene el tamaño de Murcia, según los planeadores submarinos que la vigilan

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EFE

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Medio mundo miró asombrado en octubre de 2019 hacia la Antártida cuando de ella se desgajó un enorme iceberg tan grande como Gran Canaria. Casi en esas mismas fechas, quizás un poco antes, salió del golfo de Cádiz una bolsa de agua del Mediterráneo unas siete veces mayor, del tamaño de Murcia, que ahora vaga de forma sigilosa al oeste de Lanzarote.

Uno de los planeadores submarinos que la Plataforma Oceánica de Canarias (Plocán) envía regularmente a tomar datos de las aguas que rodean el archipiélago para controlar la evolución del clima en el océano acaba de detectar cerca de la costa nordeste de Lanzarote un «meddy», una de esas grandes bolsas de agua que el Mare Nostrum expulsa de cuando en cuando hacia el Atlántico y que llegan a sobrevivir años sin mezclarse con el océano que les rodea.

Los ‘meddies’

Se deben a la mayor concentración de sal del Mediterráneo y la inercia del movimiento

El nombre que reciben estas estructuras proviene de un juego de palabras en inglés que combina Mediterráneo con remolino («eddy»), porque realmente son eso: enormes masas de agua que giran sobre sí mismas en sentido de las agujas del reloj y que suelen moverse por el Atlántico bastante por debajo de la superficie, a entre 800 y 1.200 metros de profundidad, porque son más pesadas que el agua del océano, explica a Efe Andrés Cianca, oceanógrafo de Plocán.

¿Por qué no se mezclan con el agua que les rodea, si también son agua? Por el mismo principio físico por el que el hielo o aceite flotan sobre el mar, pero al revés: el agua del Mediterráneo tiene una concentración de sal mucho mayor que la del Atlántico, es más densa, más pesada, con lo que se hunde. Y la inercia del movimiento que la hace girar sobre sí misma tiende a mantenerla compacta.

Los «meddies» se descubrieron a finales de los setenta, cuando se detectó un remolino bajo la superficie del mar Caribe, junto a la República Dominicana, cuyo origen se situó en suroeste de España, detalla Andrés Cianca. Esas masas de agua salen del Mediterráneo por el estrecho de Gibraltar, generalmente se hunden por su propio peso y suelen quedar largo tiempo «estancadas» en el golfo de Cádiz. Se calcula que unas 17 veces al año, bloques de esa agua mediterránea son expulsadas hacia Atlántico, generalmente hacia el suroeste.

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