Diario de León
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León

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Con el privilegio de encuadrar parte de su territorio en el Parque Regional de Picos de Europa, Boñar quiere reivindicarse como emplazamiento turístico los 365 días del año de la mano del agua, la nieve, la historia, la multiaventura y la gastronomía. Hogar de pinos, robles, acebos, buitres, ciervos, osos, truchas y hasta urogallos, el Ayuntamiento acaba de editar un calendario con doce rutas que conducen a la cascada de Foces, el pinar de Villares, el Pico Cueto, las ermitas, los caminos Llama-Veneros y Adrados-Vozmediano, la cota del Campillo, la ermita de San Pelayo, Rucayo-Utrero, el río Porma y Valdehuesa. A ellas se incorpora la senda del Agua, que se señalizará este año.

Junto a esas propuestas, destaca uno de los bosques más fascinantes y mejor conservados del norte de León: el de Pardomino. Basta con adentrarse unos minutos por ese valle para que el ruido del tráfico y los coches se transformen en tranquilidad y naturaleza. El Ayuntamiento también planea habilitar una playa fluvial en el pantano en un punto entre Lillo y Reyero, con los que quiere potenciar la marca turística Alto Porma.

Además, en el corazón de Boñar se erige la torre de la Iglesia, que alberga el reloj regalado por el marqués de Astorga en 1861 y El Maragato, un hombre de madera creado por el carpintero local Desiderio Cañón que hace el efecto de tocar las campanas. En la misma plaza, El Caño surte de agua desde sus dos grifos y mira El Negrillón, el olmo centenario del siglo XVI cuyo tronco hoy está seco, pero que sigue simbolizando a la villa. Para los aficionados a la historia, el paso de los musulmanes se puede comprobar en la plaza de San Ignacio, donde se encuentra una inscripción árabe, y visitando el bellísimo puente romano que está compuesto por 6.000 piedras, cuyas referencias se remontan al siglo XIII.

Para completar el paseo por el municipio, una decena de restaurantes abren sus puertas para ofrecer guisos, caza, embutidos, quesos y los típicos Nicanores, un dulce creado en 1880 por el pastelero Nicanor Rodríguez González, que hoy es una de las delicatessen más característicos de la provincia leonesa. Pocos saben que Boñar también es famosa por otro dulce, los Chuchines, un hojaldre relleno de cabello de ángel y bañado en azúcar glas y almendras.

A la salida de la villa no hay que perderse la fuente de la Salud, realizada en piedra debajo del nivel del suelo. Dicen que tiene poderes curativos por sus propiedades mineromedicinales. Sus inscripciones latinas dan fe: «Sana la clorosis y limpia el hígado obstruido con suave diuresis, liberándonos entonces de las molestias o dolencias».

Así que en invierno la zona ofrece deportes de nieve; en primavera se recomienda maravillarse con el valle de Oville y sus cerezos en flor; en verano es el tiempo del senderismo y del ocio en la zona de El Soto, donde funcionan el cámping y las piscinas; y en otoño, el Ayuntamiento anima a llenarse la vista con los amarillos, ocres y rojos de los miles de árboles que jalonan el municipio.

Todo para el disfrute y para guardar experiencias diferentes en cada estación.

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