Diario de León

Bulos que dañan al sector avícola

El responsable de Propollo repasa las campañas que han contribuido a perjudicar a este sistema productivo

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La crisis de la gripe aviar que azotó al mundo a principios de siglo ha sido una de las peores para el sector del pollo porque se lanzaron «bulos» en algunos medios de comunicación «pésimamente» informados y se dijeron «barbaridades» que dieron una imagen de este animal «verdaderamente lamentable».

En estos términos se expresa en una entrevista con Efe Ángel Martín que, tras más de dos décadas al frente de la interprofesional de la avicultura de carne de pollo (Propollo), deja la secretaría general por jubilación y hace un repaso a estos años en los que el sector afrontó también el refuerzo de las medidas de bioseguridad o la reestructuración de la producción hacia un modelo de integración.

Según Martín, pagaron los «platos rotos» al comienzo de la gripe aviar porque se habló de «gripe del pollo», cuando era un problema para «todas las aves», que además en España «nunca» ha afectado a este animal.

Desinformación, alarma y bulos Ésta y otras crisis similares, como la de los pollos belgas contaminados por haber consumido piensos con dioxina en 1999, que disparó la alarma en la Unión Europea (UE) por sus posibles repercusiones en la salud humana, fueron tratadas de forma «tremendamente alarmista» y provocaron descensos «brutales» en la demanda de este alimento que llevaron al cierre de «empresas importantes». Entre esas alarmas, se dijo que «el 20 % de la población china moriría por eso», según detalla. Tras la influenza aviar, los granjeros fueron «mucho más rigurosos» con las medidas de bioseguridad: «Adquirieron conciencia de que tenían que hacerlo porque, si no, asumían un grave riesgo». Martín ve muy difícil que una crisis de esta índole afecte al pollo actualmente gracias a esas medidas de bioseguridad en las granjas que, además, están cerradas, sin contacto con el exterior. tro «gran bulo» al que ha tenido que hacer frente fue el de los pollos con hormonas y sus posibles consecuencias en el consumidor.

Martín recuerda que la legislación europea prohíbe usar hormonas, ni siquiera de crecimiento, pero a pesar de ello cree que sigue habiendo «mucha gente» que tiene esta idea «metida en la cabeza». En EE.UU., aclara, sí se permite el uso de hormonas promotoras de crecimiento pero, incluso ésas, son «inocuas» porque, de lo contrario, el Gobierno norteamericano lo prohibiría.

Referencias de consumo

Martín deja Propollo en un momento en el que el consumo de carne en general, y del pollo en particular, está descendiendo y lo achaca al impulso del veganismo y a la falta de más productos de cuarta gama (listos para consumir).

Sobre esto último, incide en que la industria está animada a seguir sacando nuevas referencias que hagan a esta carne más atractiva para aquellas personas que «no tienen tiempo de cocinar».

El movimiento vegano lo enlaza con los «lobby» animalistas y destaca que cada vez son «más fuertes y poderosos» en el mundo, cuentan con «mucho dinero» y tienen «intereses creados» porque tienen negocio en la producción de vegetales. En estos más de 20 años, la UE ha redoblado su esfuerzo por la seguridad alimentaria y eso hace que las carnes alcancen elevados estándares de calidad, según recuerda.

Cuando llegó a la interprofesional, la «gran batalla» fue contra la salmonelosis, que se ganó «ampliamente», y ahora se centra en la reducción del uso de antibióticos de tal forma que su utilización es ya «insignificante».

Freno a la despoblación

La cría de pollos también ha evolucionado en estas décadas hacia una producción integrada, en la que el productor es el dueño de la granja y la empresa integradora le aporta los pollos y el pienso para que los engorde y así obtenga una remuneración pactada.

Dentro del sector ganadero, el avícola es el que mayor nivel de integración tiene, seguido por el porcino, y Martín ve ventajas tanto para el industrial, que controla todo el proceso de producción, como para el granjero, que sabe lo que cobrará.

Confía en que el sector tenga futuro porque contribuye al desarrollo rural de los pueblos en los que se asientan las granjas y, además, incide en que es medioambientalmente sostenible: el pollo «es un animal que contamina muy poco», concluye en la exposición que realiza sobre el sector.

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