Diario de León
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León

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josé enrique martínez

Carne de bala es un verso de Andrés Trapiello en relación con la participación de su padre en la guerra. Lo leo en el libro de José Jurado Morales titulado Soldados y padres. De guerra, memoria y poesía, premio Manuel Alvar de Estudios Humanísticos. Aúna el autor saber y sensibilidad para escribir sobre la poesía como vínculo del hijo poeta con el padre que combatió en la guerra civil, del hijo que alguna vez escribió uno o más poemas sobre tal hecho. No se trata tanto del análisis de los poemas como de analizar las circunstancias humanas que los inspiraron, de contextualizar los poemas, de humanizarlos. Pero antes de estudiar cada caso particular, Jurado Morales establece una serie de consideraciones pertinentes y necesarias.

El libro no se sitúa dentro de las llamada «memoria histórica», sino en la «posmemoria», concepto que alude a la memoria heredada por los hijos, aquí pasada por el tamiz de la poesía. Interesa asimismo el concepto de «memoria familiar», sintagma muy adecuado en este caso, pues es el hijo poeta el que reconstruye el recuerdo del que vivió la experiencia de la guerra, el padre. Posmemoria y memoria familiar conllevan la idea de «trauma heredado», de convivencia con una «experiencia lesiva», pero supone también un proceso de autoanálisis, de búsqueda de la identidad personal y, a la vez, una reflexión sobre España. En resumen del autor: «Estos poemas hablan de su padre, de España, del pasado, de la guerra, pero en lo profundo están reflexionando sobre sí mismos y escribiendo de su identidad, su origen, su postura política, su mitología y sus dudas».

Se trata de poetas nacidos en la posguerra (salvo Joan Margarit, fallecido, por cierto, este año 2021) y los nueve capítulos del libro se refieren a sendos poetas, que nombro: además del anterior, Jane Durán —hija del casi mítico músico y militar Gustavo Durán—, Jorge Urrutia, Jacobo Cortines, Miguel d’Ors, Pere Rovira, Antonio Jiménez Millán y los leoneses Andrés

Trapiello y Julio Llamazares. Trapiello escribió dos poemas sobre el asunto. En el caso de Llamazares, uno de sus primeros poemas se titula Canción de cuna para mi padre: «Sé que, una noche amoratada, te creció un fusil entre las manos. / Fue como una primavera de fusiles nacida a borbotones entre un brillo nervioso de cigarros. ¿Recuerdas? / Y tú, con los zapatos sucios de miedo y de tristeza, te marchaste a pisar aquella España llena de sangre y de inmisericordia».

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