Diario de León

LA CASA DEL ZAR QUE HEREDÓ LENIN

Veinte hectáreas que han sido testigo del ascenso de los zares, asedios bélicos, la ocupación de Bonaparte y sus tropas. la revolución soviética, la ‘perestroika’, el nacimiento del nuevo Estado ruso... El Kremlin de Moscú, el centro de poder de Rusia

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El Kremlin, palabra que en ruso significa fortaleza o ciudadela, es una construcción presente en prácticamente todas las ciudades medievales rusas. El de Moscú, el más conocido en todo el mundo, no es el más antiguo pero sí el más grande y en el interior de sus murallas aloja el centro de poder del país, además de varias iglesias, catedrales, un formidable campanario, diversos edificios históricos, museos y el legendario Palacio de Congresos, sede de los grandes cónclaves del PCUS, el Partido Comunista de la Unión Soviética.

La primera mención escrita de Moscú se remonta al 4 de abril de 1147, cuando tuvo lugar un festín con motivo de la alianza de Dolgoruki con el príncipe Sviatoslav de Chernígov. El ágape discurrió en la cima del montículo Borovitski, en donde fue construido el primer Kremlin de madera, en 1156, que sufrió varios incendios en años posteriores. Durante los siglos XV-XVI fue considerada una fortaleza verdaderamente inexpugnable. Nunca llegó a ser tomada al asalto.

El zar que más tiempo habitó el Kremlin fue Iván el Terrible, que estuvo en el trono casi cuarenta años, más incluso que Stalin. Su fama de cruel alimentó numerosas leyendas, entre ellas la de que mató a su hijo en un ataque de cólera. Otra leyenda referida a Iván IV sitúa en su reinado la construcción de las mazmorras y cámaras de tortura presentes en los sótanos de la fortaleza. En el subsuelo del Kremlin existen todavía numerosos pasadizos y galerías, supuestamente en desuso, aunque algunos estudiosos creen que actualmente podrían alojar algún tipo de almacén o incluso un refugio nuclear.

Después de que en 1712 el zar Pedro I el Grande, el reformador y creador de la Rusia moderna, decidiera trasladar la capital a San Petersburgo, el Kremlin quedó como residencia temporal de la corte. Un insigne inquilino del Kremlin fue Napoleón Bonaparte, que entró en el recinto de la fortaleza con sus tropas sin ninguna resistencia el 14 de septiembre de 1812.

El Kremlin se convirtió de nuevo en el corazón del país tras la Revolución de 1917. Pese a que al finalizar la I Guerra Mundial se firmó la paz con Alemania, las tropas del Kaiser se apoderaron de Pskov, localidad muy cercana a Petrogrado (San Petersburgo), la capital rusa. Los bolcheviques temían que pudiesen avanzar por lo que Vladímir Ilich Uliánov (Lenin), líder de la revolución y del nuevo Estado comunista, tomó la decisión de trasladar la capital a Moscú e instalar su Gobierno y residencia personal en el Kremlin. Lo hizo en marzo de 1918, hace ya más de un siglo y 206 años después de que Pedro I se llevara la corte a San Petersburgo. Desde el Kremlin dirigió al Ejército Rojo durante toda la guerra civil.

A partir de 1924, Stalin ordenó instalar el mausoleo de Lenin en la Plaza Roja. Surgió entonces la necrópolis en la parte exterior de la muralla noreste del Kremlin. Más adelante, en los años 30, fueron vandálicamente demolidos el monasterio Chúdov y el convento Voznesenski, desaparecieron de las torres las águila bicéfalas zaristas, que fueron sustituidas por estrellas, primero doradas y luego rojas de cristal color rubí, se cerraron las iglesias, las campanas dejaron de repicar y se acabaron las visitas de la población al conjunto amurallado.

Hubo que esperar hasta 1955, dos años más tarde de la llegada al poder de Nikita Jrushiov, para que se reabriera al público el Kremlin y algunos de sus museos. Pero sus iglesias y catedrales tuvieron que esperar para reanudar el culto hasta la ‘perestroika’ de Gorbachov, en la segunda mitad de los años 80. La Unesco declaró en 1990 Patrimonio de la Humanidad, no sólo el propio Kremlin, sino también la Plaza Roja y la Basílica de San Basilio, otro de los símbolos más célebres de la capital rusa.

El territorio acotado por los dos kilómetros y medio de muralla de ladrillo rojo —antes había sido de madera y después de piedra— cuenta con una superficie de 27 hectáreas. Su perímetro incluye 20 torres, una de ellas, la Spásskaya (de la Salvación) tiene el reloj que fija la hora para la franja de Moscú y sirve de referencia para el resto de los husos horarios de todo el país. El recinto del Kremlin cuenta con la catedral más antigua de la ciudad, la de la Asunción (siglo XV), y con una de sus iglesias también más viejas, la de la Natividad (siglo XIV). Hay además otras dos catedrales, la de la Anunciación (siglo XV) y la del Arcángel Miguel (siglo XVI), en donde se encuentran las tumbas de todos los zares hasta el siglo XVII, a partir del cual los monarcas rusos fueron en la catedral de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo.

El Kremlin moscovita incluye además jardines y una amplia zona palaciega construida entre los siglos XVIII y XIX: el Palacio del Senado, el Arsenal, la Armería y el Gran Palacio del Kremlin. El Palacio del Senado aloja las dependencias administrativas de la Presidencia, en donde se encuentra el despacho de Vladímir Putin y su residencia, aunque en realidad vive en Novo Ogariovo, en las afueras de Moscú. El Gran Palacio fue terminado de erigirse a mediados del siglo XIX sobre la localización en donde Iván III, el primer soberano ruso que habitó la fortaleza, tenía su alcázar.

Una de las reformas de más calado acometida dentro del Kremlin fue la que se hizo en 1934, cuando al frente de la URSS se encontraba el dictador comunista, Iósif Stalin. Las bellas salas de San Andrés y San Alejandro fueron convertidas en una enorme galería rectangular para organizar las sesiones del Sóviet Supremo (Parlamento). Pero el órgano legislativo pasó a un segundo plano al ser el Comité Central del PCUS y su Politburó, elegidos en los congresos del partido, el centro de poder.

Después de una reconstrucción que acabó con notables tesoros históricos y artísticos, la sala rectangular con bancadas en línea se utilizó solamente para cinco congresos del partido. Aquella alargada estancia, no obstante, fue recuperada tras la desintegración de la URSS como sede del Congreso de los Diputados Populares de la Federación Rusa y vivió los debates durante la profunda crisis constitucional, acaecida en el otoño de 1993, que condujo a la disolución del Parlamento, al bombardeo de su edificio, situado a unos cinco kilómetros al oeste del Kremlin, y al reforzamiento del entonces presidente, Borís Yeltsin.

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