Diario de León
De izquierda a derecha: el polideportivo de Cembranos, con el grafiti de homenaje al boxeador Saúl Tejada; debajo, panorámica de Banuncias y, a su lado, peregrinos en uno de las áreas de descanso del Camino de Santiago. En la imagen que ocupa la zona central de estas dos páginas, la laguna de la Fuente Blanca, un espacio de gran biodiversidad. Sobre estas líneas, monolito a la entrada de Villar de Mazarife, por donde discurre el tramo de la ruta Jacobea. Debajo, la casa consistorial del municipio de Chozas de Abajo.

De izquierda a derecha: el polideportivo de Cembranos, con el grafiti de homenaje al boxeador Saúl Tejada; debajo, panorámica de Banuncias y, a su lado, peregrinos en uno de las áreas de descanso del Camino de Santiago. En la imagen que ocupa la zona central de estas dos páginas, la laguna de la Fuente Blanca, un espacio de gran biodiversidad. Sobre estas líneas, monolito a la entrada de Villar de Mazarife, por donde discurre el tramo de la ruta Jacobea. Debajo, la casa consistorial del municipio de Chozas de Abajo.

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Caminar el otoño por Chozas de Abajo concede una oportunidad diferente en el páramo alto leonés. El cliché se desmonta en la ganancia que las lagunas le dan a las primeras precipitaciones hasta conformar las balsas en las que el pueblo, cuando la hacendera regía como norma, encontró un sustento que hoy se convierte en patrimonio. Por esta guía se abre la apetencia del andar que en este municipio del suroeste leonés se engalana además con el paso del Camino de Santiago, en el que se reconoce la hospitalidad de su habitantes, se da una vía para el disfrute de sus albergues y se encuentra la excusa para disfrutar, a menos de 10 minutos de la capital leonesa, de la cocina que conserva las costumbres en el producto de la tierra.

El municipio se asienta en la salida de la carretera por la que León busca el horizonte hacia el suroeste. Con un centenar de kilómetros cuadrados de extensión, la agrupación municipal cuenta con nueve pueblos arracimados en su dominio: Antimio de Arriba, Ardoncino, Banuncias, Cembranos, Chozas de Abajo, Chozas de Arriba, Méizara, Mozóndiga y Villar de Mazarife; a mayores de los cuales se cuentan los dos despoblados que aún muestra su huella en el paisaje: Conforcos y Rozuela.

Lejos del intrusismo que se da en otras zonas por la cercanía a los grandes núcleos de población, que han definido el crecimiento urbano a su alrededor con despotismo de tierra quemada, los pueblos del municipio conservan la identidad de las construcciones de adobe y tapial con las que se edificaron. El viajero que se acerca puede comprobar como los nuevos habitantes que se han sumado en las últimas décadas al padrón, estimulado por la oferta de servicios, las ventajas de la calidad de vida a poco más de 10 kilómetros del centro de León y las infraestructuras educativas y sanitarias, conviven con las casas de los vecinos que las heredaron de sus padres sin perder el respeto a su modo de hacer. La suma aporta una imagen en la que las poblaciones se suceden intercaladas entre los campos en los que espiga el cereal y se cultiva la patata, convertida en el símbolo que cada octubre, con la excepción de este año debido al coronavirus, levanta una feria en la que se luce la esencia agrícola de la zona. El producto se enseñorea como un blasón alrededor del cual se dibujan los viñedos que dan sustancia a las bodegas conservadas como un legado: un monumento en el que los descendientes honran la memoria de los antepasados con la degustación del fruto que crece de las cepas plantadas hace decenios.

La fotografía se multiplica en el paisaje. Sin prisas, el viaje al municipio permite avistar la fauna que convive en la biodiversidad de las tres lagunas: la de Som; la Rey; y Estanque, que a su vez se divide en otras tres gracias a la portación de la Fuente Blanca. El entorno da cobijo a milanos, aguiluchos cenizos, avutardas comunes, somormujos, avefrías, calandrias, gangas ortega, fochas comunes y ánades azulones, entre otras, como se cita en el estudio e inventario de la zona, en el que se reseña que también se dan cita liebres, conejos, jabalíes y zorros.

La incitación a disfrutar a pie encuentra su máximo rango en el tramo de Camino de Santiago que, en el desvío de La Virgen toma la alternativa de cruzar por Chozas de Abajo y Villar de Mazarife hasta enlazar de nuevo en Hospital de Órbigo. La senda deja tres albergues en los que descansar y dejar que el paisaje se sitúe en el centro. El otoño invita a este silencio.

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