Diario de León

El cielo de Andalucía y el sol de la infancia

l Nórdica publica un recorrido ilustrado por los versos machadianos

Pie de fotoQuam tat, num ips, sil cul vidiu vitrum iptilicivil veri pereissulus igna sidervica re ina

Pie de fotoQuam tat, num ips, sil cul vidiu vitrum iptilicivil veri pereissulus igna sidervica re ina

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León

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alfredo valenzuela

Las cuarenta acuarelas de Leticia Ruifernández reproducidas en este hermoso volumen impreso a dos tintas recorren los principales escenarios de la vida del poeta sevillano, Sevilla, Madrid, Soria, Baeza, Segovia, Valencia, Barcelona, Rocafort y Collioure.

El escritor y profesor Antonio Rodríguez Almodóvar, especialista en la obra de Machado, ha seleccionado 35 poemas, cuatro fragmentos de Juan de Mairena, un fragmento de una carta a la filósofa María Zambrano, en la que le habla de la amistad que tuvo con su padre, Blas Zambrano, y otro de un artículo publicado en La voz de España en el que da cuenta de su regocijo por la instauración de la República.

En la serie de acuarelas que ilustran estas páginas, Leticia Ruifernández «ha captado la esencia de Machado en sus territorios», como afirma en el epílogo de la edición el escritor leonés Julio Llamazares, quien describe este recorrido geográfico, biográfico y visual como «un itinerario que ya es un peregrinaje poético» para los seguidores de Antonio Machado. El título elegido por Rodríguez Almodóvar para esta antología se debe a que «esa doble luz de sus versos está indicando que el camino es una forma doble de pensamiento, como algo que se descubre al andar y algo que se sueña».

Según añade Rodríguez Almodóvar en la presentación de su antología, «sólo así podría abordarse qué quiere decir este otro fundamental aforismo machadiano: ‘Entre el vivir y el soñar / hay una tercera cosa: / adivínala’».

Para el antólogo, Antonio Machado «es uno de los escritores más complejos e inquietantes del panorama literario español, en su doble condición de poeta y filósofo», mientras que Julio Llamazares, en el epílogo de la antología, considera al autor de Campos de Castilla el primer poeta español del siglo pasado «no tanto por sus méritos poéticos, que siempre son discutibles, como por lo que representa y simboliza su obra para los españoles». «Antonio Machado viene de la tradición más pura española, esa que enlaza a Jorge Manrique y a la poesía mística del Siglo de Oro con la presente pasando por el refranero, la poesía popular y el 98. Su obra, como su persona, son resultado de todo ello, de ahí que sean tan populares y respetadas por todos los españoles independientemente de su ideología», escribe Llamazares.

Entre los escenarios que Leticia Ruifernández plasma en sus acuarelas están el Puente de Triana y el Palacio de las Dueñas de Sevilla; La Biblioteca Nacional y la Institución Libre de Enseñanza en Madrid; las orillas del Duero y la tumba de Leonor en Soria; Sierra Mágina y el patio del Instituto en Baeza; las vistas de Segovia desde la casa de Antonio Machado; la Villa Amparo de Rocafort; y el cementerio de Collioure y una vista del mar desde la localidad francesa.

«Por mi devoción por Antonio Machado y su obra he visitado todos los sitios en que vivió y en todos he sentido la misma emoción, que es la que trasmiten sus versos, lo que habla de su capacidad poética. Volver a sentirla viendo las acuarelas de Leticia Ruifernández indica hasta qué punto la ilustradora ha captado la esencia de Machado en sus territorios y su capacidad para trasmitirla al lector del libro, más que lector contemplador como Machado lo fue del mundo en el que le tocó vivir. En la introducción de Antonio Rodríguez Almodóvar y en el apunte biográfico final se relacionan todos o casi todos: Sevilla, Madrid, Soria, Baeza, Segovia, Valencia, Barcelona y Rocafort (estos tres en mitad de la guerra civil) y Colliure, en Francia, donde murió. Un itinerario que es ya un peregrinaje poético para sus admiradores […]».

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