Diario de León

Cien años del primer vuelo del autogiro

Juan de la Cierva puso a prueba su ingenio aéreo tal día como hoy del año 1923, trece días después se hicieron las pruebas oficiales y el 31 de enero voló durante más de tres minutos

Juan de la Cierva con el autogiro, que voló a 25 de altura. San Diego Air & SPACE MUSEUM ARCHIVES

Juan de la Cierva con el autogiro, que voló a 25 de altura. San Diego Air & SPACE MUSEUM ARCHIVES

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Aunque muchos no lo sepan, los helicópteros, capaces de despegar y aterrizar en vertical existen, en gran parte, gracias a Juan de la Cierva, el español que inventó el autogiro, la aeronave con mando y despegue directo, cuyos principios dinámicos permitieron el desarrollo del helicóptero. Este lunes, 9 de enero, se cumplen cien años del primer vuelo del autogiro.

Las pruebas oficiales se harían trece días después y el 31 de enero voló durante más de tres minutos, a más de veinticinco metros de altura. Su creador fue Juan de la Cierva —Juanito, como le llamaban sus familiares y amigos—, hijo de un ministro conservador de la Restauración y de María Codorníu, de otra ilustre familia murciana. Excelente estudiante, su adolescencia coincidió con los locos inicios de la aviación que, a principios del siglo XX, produjeron todo tipo de máquinas voladoras: dirigibles, globos, planeadores, aviones y unos incipientes helicópteros.

«Con apenas 15 años, él y sus amigos José Barcala y Pablo Díaz decidieron construir un avión en el aérodromo de Cuatro Vientos, donde el padre de Pablo tenía un taller de carpintería», explica Marcelino Sempere, profesor de historia de la aeronáutica en la Uned y miembro del Servicio de Historia y Cultura Aeronáuticas del Ejército del Aire. Era el BCD1 (Barcala, Cierva, Díaz), el primer avión fabricado en España, que voló gracias a que Mauvais, un piloto francés habitual de los aeródromos de Getafe y Cuatro Vientos, les prestó el motor de un avión siniestrado para poder volar el aeroplano. El BCD1, apodado el cangrejo, fue el inicio de una extraordinaria serie de inventos aeronáuticos, unos más exitosos que otros (en uno casi mata a su hermano), que definieron su carrera. Su gran oportunidad le llegó en 1919, durante la guerra de Marruecos.

España necesitaba aviones para la contienda pero durante la Primera Guerra Mundial no había aeronaves en venta, «entonces se organiza en España un concurso de aviación en el que De la Cierva presenta el primer trimotor de la historia, fabricado en la carpintería de Díaz y tan grande que para sacarlo del hangar tienen que derribar las paredes», relata Sempere. En el segundo vuelo de pruebas, la nave se estrella y «decide entonces fabricar un avión que no se caiga nunca, cuya sustentación no dependa de la velocidad de traslación»

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