Diario de León

La cocaína de Martín Caparrós

l El escritor y periodista se embarra los zapatos y afila su análisis en «Ñamérica»

javier lizón

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guillermo azabal

El periodista y escritor Martín Caparrós (Buenos Aires, 1957) refleja el buen humor que luce en esta mañana de martes, en un Madrid nublado, contando con sorna que solo a los españoles se les ocurrió ponerle «un sombrerito» a la letra ene para crear la eñe, y reproducir así un sonido que en el resto de lenguas romances conlleva el uso de dos letras.

La eñe es distintiva del castellano, un idioma que comparten más de cuatrocientos millones de personas en Latinoamérica, repartidas por diecinueve países y con una cultura común. Con el objetivo de desmontar clichés y tomar la fotografía más actualizada de la región, Caparrós se decidió hace tres años a cimentar Ñamérica (Penguin Random House), su particular manera de bautizar a Hispanoamérica porque «esa palabra solo se usa burocráticamente, y Ñamérica queda mucho más sabroso».

«Pensé que hacía mucho que no se formaba una idea de conjunto de lo que es América Latina, la seguimos contando con clichés trasnochados que ya no dan cuenta de la realidad actual, y me metí en este lío», explica a Efe mientras se bebe un café, movimiento que le arquea los labios y pronuncia aún más su tupido bigote en una suerte analogía entre la virgulilla de la eñe y los rabillos de su mostacho. Ñamérica es el último libro de una prolífica producción de más de cuarenta obras que abarca desde otras producciones periodísticas como Larga distancia (1992) a novelas de ciencia ficción como Sinfín (2020). El autor argentino mezcla con astucia en esta ocasión dotes de contrastado reportero con capítulos más ensayísticos, para ayudar a entender las complejidades de «la zona más desigual y violenta del mundo, la más católica y con una importante migración».

ESTILO RENOVADO

En las antípodas de cualquier excentricidad en su vestimenta, Caparrós cuenta con voz cálida y gesto amable que se ha renovado en su estilo, que «ya no alcanza con contar lo que veo, necesito esforzarme por entenderlo y contextualizarlo», mientras dibuja garabatos en el aire durante su explicación.

A sus 64 años, Martín Caparrós sigue mostrando su pasión por embarrarse los zapatos e ir a contar para que importe lo importante: «Este trabajo te da patente de corso para mirar y escuchar, derecho a espiar o curiosear en situaciones a las que la mayor parte de la gente no se podrá acercar nunca».

Detalladas descripciones, jugosas entrevistas, citas célebres, análisis y ensayos se tornan capítulos en Ñamérica, en lo que el porteño define como «crónicas que piensan, ensayos que cuentan». Aunque, dice, le gustaría ponerle un nombre más concreto, más redondo, más rotundo: «Hago un llamado a la sociedad a que me ayude, por favor», comenta con sorna. Incluye también destellos de humor o chistes que desengrasan y dan ritmo a una lectura que, tras una profunda reflexión del autor o un diálogo consistente, pueden seguirle líneas como: «... y si mi abuela tuviera ruedas, sería un coche de carreras».

La sobriedad la recupera Caparrós con datos, contexto y eventos relevantes que este licenciado en Historia aporta con precisión, para retratar una región que muchos siguen interpretando y entendiendo con los códigos y explicaciones de otro libro de referencia en este sentido: Las venas abiertas de América Latina (1971), de Eduardo Galeano.

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