cocina de cabecera

El momento clave que inmortaliza la memoria es cuando se vuelve sobre los pasos de los antepasados. Así puso en valor Javier el legado familiar, con la Calleja de Urbano; Urbano, su abuelo; y el emplazamiento de la casa en Calzadilla de los Hermanillos, donde se levanta desde hace seis años uno de los referentes gastronómicos de la Tierra de Campos leonesa. Donde se junta el Camino de Santiago por vía Trajana y el armazón arquitectónico al uso de la zona, con ese patio abierto bajo toldo de seda, y la oferta culinaria sustentada por marcas de alimentos de calidad, todas en este cordón de tierra que despeja de dudas el horizonte sur sureste de la provincia: Lenteja de Tierra de Campos, Puerro de Sahagún, Tomate de Mansilla de las Mulas, Lechazo de León, Cecina de León, Chorizo Leonés, Vinos Tierra de León. Calleja, forma diminutiva de calle, y monumento por los fogones de una cocina de ajo y pimentón donde el tiempo no se mide por el reloj. Y las carnes, las mollejas a la plancha, la lengua curada, los pichones estofados, el entrecot; el lechazo, por encargo. Y los pescados, el chicharro el horno, el cogote de merluza, el bacalao al ajo arriero; y los revueltos de oricios y de gambas.

Así es como la Calleja de Urbano ensancha moldes en la oferta que cada vez gana más demanda, en esa frecuencia con la que la calidad encuentra respuestas y estímulos sobre el mantel. La cocina que dio sentido a la apuesta, revestida en un edificio de nueva construcción con materiales recuperables, en ese punto que pone la Calleja de Urbano en el mapa de las avenidas gastronómicas de León, suficiente motivo para tomar la salida de la autovía, o fijar una parada en la ruta Jacobea. Y cuando aprieta el invierno, hasta la chimenea de leña se ajusta al marco del bodegón en ese timbal de excelencia que se pone en marcha cada vez que Javier, Marcela y Sofica abren la puerta de la Calleja de Urbano. Cocina tradicional y de mercado.