El consuelo de días al raso

rHace años que el principal destino de León en Navidad se satisface en la segunda línea de las crestas más altas de la montaña leonesa. Allá donde se despliegan como soldados de un ejército de centinelas ese medio millar de picos de dos mil metros, a los que es llegar en cambio de año, en vísperas de Navidad, o en Reyes, constituye un reto. Cuando la luz del día llega en porciones justas para acometer la aventura. La montaña también es para el invierno, en este invierno que se resiste a darse preso por el tiempo y el calendario, y que al final aparecerá en cualquier esquina de estas fechas inmediatas que están para propuestas alternativas a pasar el día entre mercados navideños y ese calor fingido de las urbes, entre el vapor de los cafés y los mediodías resguardados del viento norte. La Navidad se vive al raso.