Diario de León

Cuando Benet encontró a Martín Santos

l La amistad entre ambos fructificó en 67 relatos hasta ahora inéditos

Luis Martín Santos (con una flor en el ojal) el día de su boda en 1953. A su derecha, Juan Benet

Luis Martín Santos (con una flor en el ojal) el día de su boda en 1953. A su derecha, Juan Benet

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

verónica viñas

Juan Benet, el escritor que inmortalizó León en su mejor novela mientras sembraba la provincia de obras hidráulicas, mantuvo una amistad inquebrantable con Luis Martín-Santos. Una relación en la que no hicieron mella los éxitos literarios de cada uno. Benet, ingeniero de caminos de formación, y Martín-Santos, médico psiquiatra, tenían 21 y 24 años cuando se conocieron y una irrenunciable vocación literaria. De sus conversaciones y su intensa participación en las tertulias literarias de la época, en un Madrid que desbordaba talento en tardes de acalorados debates y humo en el Café Gijón y en el Gambrinus, surgieron algunos textos delirantes, que ambos entendieron como una prueba iniciática. El resultado fueron 67 relatos, en los que hablan de la muerte, el erotismo, la naturaleza, voces sobrenaturales... Muy pocos sabían de su existencia. Pero las familias de ambos guardaron durante sesenta años una copia de aquellos textos escritos a máquina y con numerosas correcciones a mano.

Galaxia Gutenberg rescata ahora aquel manuscrito de juventud de dos de los grandes novelistas españoles de mediados del siglo XX, que los propios autores bautizaron como El amanecer podrido, quizá porque las primeras luces de la mañana les sorprendieron escribiendo algunos relatos entre 1948 y 1951. Solo se publicaron dos textos de cada uno en 1950. No están fechados y, por tanto, es imposible precisar el orden en que fueron escritos. La segunda parte de este volumen inédito que acaba de llegar a las librerías recoge la correspondencia entre ambos autores, que se profesaron «una fidelidad mutua que supo recrearse en la discrepancia y se mantuvo intacta hasta la muerte de Luis Martín-Santos en 1964, pese a las vicisitudes personales de uno y otro», escribe Mauricio Jalón, a cargo de la edición y autor del prefacio.

Aunque Martín-Santos ya había publicado en 1945 el poemario Grana gris, El amanecer podrido es el preludio de su única y gran novela, Tiempo de silencio —murió antes de concluir la segunda, Tiempo de destrucción—, con la que revolucionó en 1961 el panorama de las letras españolas. Ese mismo año Benet publica el libro de relatos Nunca llegarás a nada. En diez años se producirá una gran metamorfosis en ambos, pero en sus textos iniciáticos ya se vislumbras imágenes e ideas desarrolladas luego en sus obras capitales.

El amanecer podrido es una suerte de miscelánea con atmósferas sordas y paralizantes, que transita por soperas habitadas y por la que desfilan desde un nadador mecánico a broncos soldados paternales o niños sombríos.

La editorial califica el hallazgo y publicación de esta joya de dos de los grandes escritores españoles como «uno de los acontecimientos literarios de los últimos años».

Es posible que Martín-Santos escribiera el doble de relatos que Benet en esta sorprendente aventura que «contiene el arte en su fase más genuina y testimonial, como si ambos escritores nos dejasen hacer con ellos un viaje privilegiado a la germinación de la que pronto sería la más admirable literatura de nuestro siglo XX». A Benet, sin embargo, le faltaba aún el encuentro con la montaña leonesa, que habría de proporcionarle el escenario que necesitaba su universo literario. Es en este territorio donde situará la desventura de la España resultante de la guerra.

tracking