Diario de León

«El cuerpo femenino está destinado al sufrimiento»

l Nina Bouraoi acaba de publicar con Seix Barral ‘Rehenes’

La escritora francesa Nina Bouraoui, que habla del sometimiento de la mujer y sus deseos de revolución.

La escritora francesa Nina Bouraoui, que habla del sometimiento de la mujer y sus deseos de revolución.

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León

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pilar martín

La escritora francesa Nina Bouraoui no tiene ninguna duda de que «el cuerpo femenino está destinado al sufrimiento», aunque también tiene claro que las mujeres «son más fuertes que los hombres», dos mensajes que denuncia Sylvie, la protagonista de su última novela Rehenes. Valiente y novedoso, así es este libro (Seix Barral) que Bouraoui ha presentado desde París de forma telemática, ciudad en la que vive esta mujer «feminista y homosexual» que en Rehenes denuncia una violencia contra la mujer que muy pocas veces se ha denunciado en La literatura, la de la presión laboral y las relaciones con los jefes (hombres). «El cuerpo femenino desgraciadamente está destinado al sufrimiento, es algo como ancestral, físico. El cuerpo de las mujeres, su vientre, su pecho, creo que todavía recibe esa luz fría y brutal de la violencia. La violencia contra la mujer a veces está tan integrada que parece que no exista», lamenta.

En concreto, Rehenes nos presenta a Sylvie, una mujer con dos hijos, trabajadora y muy bien considerada, a la que su marido acaba de dejar; aunque éste no es el motivo para que la tensión narrativa explote, sino el hecho de que su jefe le pide que haga una lista con los nombres de trabajadores susceptibles de despedir. «El libro no es un cliché, pero a menudo el poder y la fuerza está en manos de los hombres. No se trataba de escoger un hombre por ser hombre, sino por la figura de un jefe. Tenía la idea de hablar de la presión social, de cómo una empresa puede agobiarte, presionarte, de cómo la empresa puede ser una especie de cárcel y cómo puede tener una relación en nuestras relaciones íntimas», explica.

Pero Bouraoui no presenta una mujer débil, sino todo lo contrario, muestra a una mujer que decide poner fin a esta situación. «Todos tenemos deseos de revolución, todas tenemos a veces la tentación de huir, de abandonar la casa, la familia, la idea de ir a por tabaco y no volver. Me encanta la idea de la gente que desaparece y no vuelve», apunta acerca de lo que hace su personaje en estas páginas.

De madre francesa y padre argelino, esta autora (1967) es una de las voces más potentes en Francia en la lucha feminista a través de sus novelas (ya van 15 publicadas), y de un discurso sin fisuras. «Creo en la fuerza de las mujeres y en su potencia. No creo que haya distintos feminismos, creo que todas deseamos lo mismo, pero igual todas no tenemos los mismos medios. Soy muy consciente de que en Francia puedo hablar de todo lo que quiero, pero en Argelia no sé si sería tan libre, creo que no», afirma.

Por eso es desde el país galo desde el que manda otro mensaje: «igual soy idealista, pero la situación está cambiando, la palabra de la mujer cada vez es más libre. Pero mientras se ejerza violencia contra las mujeres, ninguna minoría será feliz». «Mientras que las mujeres sean maltratadas —matiza— todas las minorías serán maltratadas. La raíz de la violencia radica en el territorio de las mujeres (...) La próxima revolución será la de las mujeres juntas, pero tenemos que ser conscientes de que somos amigas, de que somos una fuerza. Y creo que en esta lucha hay que invitar a nuestros hombres amigos».

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