Dácil, la leonesa tres veces confinada

La leonesa Dácil Sánchez ha pasado ya tres cuarentenas. Salió de Wuhan, el epicentro, de la pandemia, el 31 de enero. Se montó en un vuelo organizado por Inglaterra coordinado en España con la UE, dejando allí a su marido— de nacionalidad china y gerente de un restaurante al que el gobierno chino no dejó salir por la cuarentena— y su trabajo como profesora de español. Volvió para refugiarse en su pueblo de León. El objetivo de Gobierno era alejar a los españoles del riesgo de contraer una enfermedad que por esas fechas ya estaba causando estragos en la capital de la provincia de Hubei. Cuando Dácil salió de China ya había 9.600 afectados y 170 muertes. «Mi marido se sentía más tranquilo si yo estaba a salvo, y por otro lado, tranquilizaría a mi familia. Mi madre lo paso realmente mal». Esta leonesa de origen canario aterrizó en España ras un vuelo de 13 horas. Junto a los otros españoles fue confinada en el Hospital Gómez Ulla de Madrid. En España aún no había oficialmente ningún positivo. «No hubiera vuelto. Es mucho más peligroso estar con gente en un avión en un espacio reducido sin ventilación y durante muchas horas con una mascarillas que tenía que cambiar cada cuatro horas».

«En Wuhan no salíamos de casa y las pocas veces que lo hacíamos veíamos a gente haciendo cola para comprar alcohol, lejía, mascarillas, guantes... sólo se podía ir a comprar pero con el tiempo las medidas se endurecieron. El Estado proporcionaba los víveres a las familias. Fueron casa por casa preguntando cuánta gente había y las circunstancias de cada familia».

Mes y medio después de su regreso, España decretó el estado de alarma. «Las cosas en Wuhan mejoran poco a poco, pero hay algún que otro rebrote de ahí que estén haciendo test masivos. La gente tiene miedo y sale poco a la calle, muchos negocios han cerrado. Mi plan de futuro es estar en España con mi marido».

«El miedo es el mayor enemigo. Hay que respetar las medidas de seguridad y mantener la distancia social. Esto no es cuestión de políticas, se trata de salvar vidas y yo me siento muy orgullosa de nuestro sistema sanitario».