Diario de León

Religión

Desde Borrow hasta hoy…

Imagen del viajero británico evangélico Jorge Borrow.

Imagen del viajero británico evangélico Jorge Borrow.

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C.F.A.
León

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La historia de la iglesia protestante en León comienza con los viajeros románticos ingleses Jorge Borrow en 1837 y R. Chapman en 1838. Jorge Borrow se detuvo poco en León y su periplo se desarrolló por Astorga, Manzanal y Bembibre. Sobre Astorga, el británico escribió: «Astorga es una ciudad amurallada de cinco o seis mil habitantes, con catedral y seminario. Los maragatos son quizá la casta más singular de cuantas pueden encontrarse en la mezclada población de España». En su paso por la capital, vendió algunas Biblias, un hecho que provocó numerosas quejas. Su obra La Biblia en España recoge sus periplos por León y su huella ha quedado grabada para siempre en Bembibre, que le dedicó una de sus calles, extremo que se ha repetido en Jiménez de Jamuz, y Toral de los Guzmanes, que también tiene su callejero rotulado en honor a los Misioneros Turrall y a Eduardo Turrall.

No obstante, los prolegómenos de la obra evangélica en León comienzan en 1870 con la llegada de Cecilio Hoyle y su esposa a la capital leonesa. Su recepción fue acompañada al principio por hostilidad y rechazo aunque pudieron reunir unos congregantes y abrir una capilla y escuela en 1878. Después de algunos desencuentros entre ellos, la capilla se cerró y el grupo se comenzó a reunir en los hogares, en los que perseveraron a duras penas con visitas de pastores y misioneros. En 1895 llegó a Toral de los Guzmanes Eduardo Turrall. Compró una casa y edificó la iglesia en 1897, que rotuló en una chapa de latón ‘Sala Evangélica’, siguiendo la costumbre británica de llamar a los edificios religiosos con los nombres Chapel o Gospel Hall . Viendo la necesidad en la gente de una sencilla educación, abrió la escuela para ambos sexos. Ofrecían clases de día para los niños, y nocturnas para los adultos y muchos de los que asistieron aprendieron normas de civismo, historias bíblicas, canciones e incluso, inglés.

Los Turrall utilizaron una pedagogía moderna, para ayudar a sus iglesias y escuelas. Para ello se sirvieron de la linterna mágica, artilugio novedoso que proyectaba imágenes grabadas en cristal, con cierto movimiento. Con el tiempo, incluso proyectaron las fotografías que hacía a los vecinos en sus labores del campo, una particularidad que resultó inédita en el pueblo y que hacía que acudieran a admirar el invento. Esta escuela funcionó durante 40 años.

Cuando Turrall llegó a León en 1897 se encontró con decenas de creyentes que habían sido abandonados por Hoyle y que se reencontraron de nuevo con un pastor evangélico. Más tarde, Turrall invitó al jimeniego Ventura Vidal, que hasta entonces vivía en Ardón, a trasladarse a León. Ese año se retomaron los cultos con Vidal como pastor. Fue entonces cuando comenzaron a normalizarse las reuniones y surgieron más conversiones, lo que llevó a la consolidación de la Iglesia. Desde Toral de los Guzmanes, Turrall también abrió la capilla en Jiménez de Jamúz. Corría 1906, año en el que también abrieron una vivienda pastoral en el centro del pueblo y compraron un terreno para un cementerio evangélico. Más tarde, la misión se extendió a Herreros, la Bañeza y Castrocalbon.

La familia veraneaba en Gijón, donde enseñaron las Escrituras a un grupo de hermanos , germen de la obra en Gijón. Durante la Segunda República, la iglesia de León siguió en casa de Vidal y tras la guerra la capilla y escuela de Toral la cerraron las autoridades, mientras Turrall estaba en el Reino Unido. El nuevo régimen había endurecido su presión sobre los disidentes y pronto enseñaron a la población a gritar el verso incriminador, «¡Fuera, fuera, fuera protestantes, fuera de nuestra nación! ¡Qué queremos ser amantes del Sagrado Corazón!». Todo ello se acompañaba de pedradas dirigidas a las ventanas de las capillas, cuando no a su vecinos protestantes.

No fue hasta 1944 cuando Eduardo Turall volvió de Inglaterra con sus hijas, Florencia y Gracia. Agotado por la edad, el insigne músico y pedagogo, murió en León a la edad de 94 años, después de casi setenta años en tierras leonesas, conducido al cementerio civil donde espera la resurrección. En 1947 la congregación que volvió a reunirse en Suero de Quiñones, se había quedado pequeña, por lo que se trasladó a un bajo de Ramón y Cajal próximo al Colegio de los Maristas. Allí , los fieles sufrieron numerosos reproches e insultos, extremo que no les impidió crecer hasta llegar a un centenar de miembros. La asistencia media era de 130 con una veintena de niños en la escuela dominical. Este inverosímil crecimiento los animó a comprar una casa en la calle Colón que habilitaron para cultos, clases y una vivienda en el piso superior. Allí estuvieron durante casi cuarenta años hasta la primera semana de octubre de 2019, cuando la comunidad se trasladó hasta el flamante edificio de Eras de Renueva.

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