Diario de León

Despoblación y gestión, debate en la naturaleza

Los espacios protegidos viven inmersos en la polémica sobre cómo mantener habitantes y crear planes que les otorguen estabilidad

La España Vaciada tiene especial incidencia en los lugares con valor medioambiental. MARCIANO PÉREZ

La España Vaciada tiene especial incidencia en los lugares con valor medioambiental. MARCIANO PÉREZ

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

El establecimiento de espacios naturales protegidos se ha disparado en los últimos años. Desde el establecimiento en 1918 del veterano Parque Nacional de Covadonga —hoy ampliado a terrenos de tres provincias en Picos de Europa— el esfuerzo legislativo y administrativo ha sido inmenso. El Parque Regional de la Montaña de Riaño y Mampodre se ve completado con el Parque Natural de Babia y Luna, los Monumentos Naturales, como han sido catalogados los lagos de La Baña o Truchillas y Las Médulas, y las Reservas de la Biosfera, que son siete: Picos de Europa, Ancares Leoneses, Valles de Omaña y Luna, Babia, Alto Bernesga, Los Argüellos y Valle de Laciana.

Toda esta protección provoca una complicada convivencia entre las normas de protección y el mantenimiento de habitantes, muchos vinculados a actividades tradicionales que se ven directamente afectadas por esas restricciones. Quizá el lobo sea el mejor ejemplo de esa permanente polémica para la que no existe una fácil solución.

Se estima que casi tres de cada cuatro municipios de España que están incluidos en espacios naturales protegidos han perdido población en la última década. Un dato que evidencia ese conflicto, en el que no se debe perder de vista que la propia conservación de esos espacios precisa de unos habitantes que con sus quehaceres facilitan su sostenibilidad.

Otro dato: la mitad de los pueblos españoles que tienen terrenos en territorio en espacios de naturaleza protegida o incluidos en la Red Natura 2000, tienen una densidad de población inferior a 12,5 habitantes por kilómetro cuadrado, lo que les sitúa en riesgo grave de despoblación.

Desde Ecologistas en Acción se defiende que esa pérdida de habitantes puede tener efectos positivos. El coordinador de campañas de EA, Theo Oberhuber, explica que en zonas de uso agrario tradicional, con el abandono, se avanza hacia una cierta regeneración de arbustos y de la vegetación existente, lo que ayuda a algunas especies animales a encontrar alimentos y lugares de refugio.

Pero este colectivo también inciden en los efectos negativos, puesto que la limitación de esas actividades humanas conllevan «muchas veces la pérdida de ciertos cultivos que pueden ser favorables, la desaparición de biodiversidad cultural, como prácticas tradicionales, vocablos..., o la ausencia de ciertas especies autóctonas que dependen de las actividades humanas como, por ejemplo, las gallinas».

Todo depende, según explica, del tipo de ecosistema y de la intensidad con que se produzca esa reducción de la actividad humana, ya que debe tenerse en cuenta que hay especies como el corzo que, aprovechando ese abandono de los suelos agrícolas de ciertas zonas, aprovechan para instalarse en esos lugares, lo que favorece a otras como el lobo.

Actividad económica natural

Pero también es cierto que a través de la gestión de los espacios naturales existe la posibilidad de generar actividad económica y promover empleos a través de las labores de vigilancia y conservación, y especialmente con el uso turístico. La apertura, especialmente en los parques nacionales, de establecimientos de hostelería y hotelería para acoger a los visitantes reactiva una economía dañada por la emigración.

Esto provoca que en numerosas ocasiones la propia existencia de un espacio natural protegido favorezca la fijación de la población porque mantiene la actividad económica y, aunque la transforma, conserva a la gente viviendo en una determinada zona.

El problema, según explican desde Ecologistas en Acción, es que hay lugares que por sí mismos igual tienen mucha menor capacidad de atracción turística, que no cuentan con paisajes muy llamativos o con especies muy emblemáticas.

Ha citado el caso de Zamora y la sierra de la Culebra, un entorno con «mucho valor natural, aunque igual no es de los que más público atrae», pero precisamente la presencia del lobo y el turismo de observación de este animal en pueblos como Villardeciervos está permitiendo la aparición de nuevas casas rurales o que los restaurantes tengan mayor número de visitantes.

Gestión deficitaria

Según Oberhuber, los espacios protegidos de España en general tienen un déficit «importante» en la gestión, un problema que no se produce por igual en todos ellos, pero «una de las carencias que detectamos es que muchas veces la gestión que se realiza es demasiado teórica, es decir, se queda demasiado en el papel».

«En ocasiones se elaboran planes de conservación que pueden estar muy bien, pero no llegan a trasladarse al territorio. Esto hace que a veces los espacios incluso sigan teniendo una reducción de la biodiversidad, cuando se debería estar incrementando o, al menos, manteniéndola», manifiesta. Hay que recordar, agrega, que tenemos una red de espacios protegidos amplia, pero también variada con muchas figuras de protección, pues no son lo mismo los parques nacionales, que cuentan con el mayor nivel de protección y valor natural, que ocupan aproximadamente el 0,8 % del territorio, o zonas como la Red Natura 2000, parques naturales o regionales, cuyo nivel de protección se va reduciendo.

tracking