Diario de León

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rocío mendoza | madrid

Un contribuyente norteamericano puede deducir hasta siete veces más en impuestos que en España para una misma cantidad de donación realizada a la ciencia. En nuestro país, la actual Ley de Mecenazgo, que rige este tipo de aportaciones individuales, pone a la investigación científica al mismo nivel que las ayudas para actos deportivos.

La prioridad la tienen otras actividades, como por ejemplo las de carácter social. Para impulsar esta posibilidad de financiación complementaria a la gubernamental, y con el fin de sacar a la investigación española del retroceso que experimenta, la Real Academia de las Ciencias (RAC) españolas hace un llamamiento al Gobierno para que reforme la citada ley. «Sin ánimo de desmerecer a las otras áreas, el texto actual no enfatiza las ayudas a la ciencia como un importante bien social», reclama el vicepresidente de la RAC, el profesor Esteban Domingo Solans. No le da la importancia que merece, en suma.

Esta propuesta es una de las que recoge la declaración anual que hace la Academia sobre el estado de la ciencia en España, en lo que a financiación, gestión y producción se refiere. Ya existe un sustrato de fundaciones que apoyan a la ciencia y una mejora de los incentivos fiscales estimularía, creen, el dinero destinado a esta área. De hecho, la financiación de la investigación por parte de las fundaciones ha crecido un 52% en los últimos diez años. Pero «la inversión total en ciencia sigue siendo muy limitada», afirman desde la RAC. Conscientes de la complejidad del asunto, se ponen a disposición del Gobierno para buscar con esta nueva vía una fuente de financiación complementaria.

Una vez más - «es un debate con el que inexplicablemente llevamos diez años», dijo el ponente de la declaración- la comunidad científica pide el 2% del PIB de inversión. El último informe del Instituto Nacional de Estadística (INE) revela que el gasto en I+D interno en España en 2018 representó el 1,24% del PIB, frente al 1,21% del año anterior, un porcentaje todavía lejos de la media europea, del 2,06%.

Sin ello «el país se quedará atrás» y no solucionará, en opinión del presidente de la RAC, Jesús María Sanz-Serna, su grave problema de desempleo. «Las empresas no pueden competir con tecnología de hace sesenta años», manifestó. Un retraso que se traduce en menos oportunidades de mercado y menos puestos de trabajo «de calidad».

Además, Domingo Solans recordó que hay retos de futuro, como el del medio ambiente, que «solo se solucionan con ciencia». Una prioridad, ahora en el centro de la agenda política, que no recibe el mismo trato desde el punto de vista de la inversión.

Para el despegue de los centros de investigación, que ahora están sufriendo los estragos de la crisis, los responsables de la RAC señalan la importancia de la colaboración entre el sector público y el privado. Y pusieron el acento en una realidad «muy grave» a la que no encuentran una explicación. Esto es, que los presupuestos destinados a financiar proyectos de investigación en empresas quedan sin ejecutarse.

La falta de cultura en I+D, la excesiva burocracia o la falta de retorno en el esfuerzo puede explicar que el dinero no sea invertido en conocimiento. La burocracia, la falta de calidad en la evaluación de proyectos y la pocas conexiones entre la comunidad científica y el sistema educativo serían otros de los problemas a resolver.

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