Diario de León
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josé enrique martínez

En 2005, el granadino Fernando Valverde reunió sus obras en Poesía, 1997-2017); había publicado antes Razones para huir del frío (2004), Los ojos del pelícano (2010) y La insistencia del daño (2014). Escribía en el prólogo de aquel que la poesía era el puente entre lo real y lo extraordinario y que la poesía debía de ser «un lugar habitable», al tiempo que aludía a la emoción y el asombro como emanaciones propias de la misma. Los tres poemarios situaron al poeta en la cima de los reconocimientos de crítica y lectores. El nuevo libro lleva por título Desgracia, al igual que la parte última del poemario, en la cual Visión del abuelo es un conmovedor poema en el que el poeta, habitante de la noche en otro continente, ve luz en la ventana de la infancia, y con los ojos de la mente revive los seres que la poblaron resumidos en la figura del abuelo ya muerto, pero cuya imagen excita determinados sentimientos de pena y de nostalgia, sabiendo que «todo parece en calma salvo el tiempo» que traspasa la memoria, que ha vaciado la casa de la niñez y apagado la luz que fulguraba en la ventana. Otra pieza de esta parte es asimismo impresionante: «Una niña camina sobre la oscuridad», con dos versos iniciales sorprendentes que de nuevo nos tornan hacia un tiempo perdido: «Hay una niña en pie sobre la noche, / sus ojos negros son como mi infancia»; son los ojos de la madre, que «todavía no sabe quién soy yo / pero ya puedo ver mi desgracia en sus ojos». Para el lector la desgracia del sujeto es la suya propia, pues todos hemos sufrido pérdidas, a todos nos ha hostigado el tiempo, en todos cunde la amenaza de la muerte.

Se trata, pues, de un yo atado a la pena y a las palabras tristes, que contempla su vida como una pulsión de amor y muerte, que se transfigura en Dante, el cual, al perder a Beatriz, se ve tentado por el abismo, como apunta el poema Beata Beatrix, cuyo título proviene de un cuadro de Dante Gabriel Rosetti, que mantuvo una apasionada relación con Elizabeth Siddal, a la que pintó orando en éxtasis como la Beatriz dantesca; para la tumba de Elizabeth, precisamente, escribe Fernando Valverde una serie entera de poemas. Amor y muerte cimentan, asimismo, poemas como La muerte de Ofelia o Escrito en el agua sugerido este por la muerte de Shelley, casos todos de muertes de jóvenes perseguidos por la desgracia. De las otra serie, Caín, apenas queda espacio para indicar que incide sobre la maldad del hombre sobre la tierra.

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