Diario de León
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Después de cinco años de «calma» y de alzarse el pasado año con dos Grammy Latino, el músico uruguayo Jorge Drexler regresa a la escena musical con su nuevo disco «Tinta y tiempo», un álbum «difícil» en el que se enfrenta «a la energía del amor en todas sus expresiones». «Es un disco sobre los afectos, sobre el amor en todas sus variantes. Ese amor por la realidad, el apreciar las cosas con nuevos ojos, después de todo lo que hemos pasado; y no solamente el amor romántico o el amor erótico, que también sale en las canciones, sino ese amor profundo es lo que representa este disco», detalla en una entrevista. «Tinta y Tiempo» es el decimocuarto álbum de estudio de Drexler en una carrera discográfica de más de 30 años, que se compone de diez canciones –«a última hora tuve que desechar dos»- poéticas e ingeniosamente construidas, como la que abre el disco, «El plan maestro». Esta, que canta junto a Rubén Blades, cuenta la historia de una «la célula visionaria» que «decidió mezclarse con otra célula», y «sin saberlo ambas inventaron el amor y el sexo»: «El amor fue inventado. Fue una estupenda estrategia de la naturaleza, por eso se llama ‘El plan maestro’, porque le salió redondo. A partir de ahí, la vida se llenó de color y todo fue un estallido de amor», explica. Asimismo, confiesa que fue su prima Alejandra Melfo, una física que da clases en Venezuela, en la Universidad de los Andes, en Mérida —«es mi referente en cultura y en ciencias y en ideas»— la que escribió la décima que canta Blades. Para Drexler la creación de este álbum ha sido más difícil de lo esperado «debido a una crisis compositiva acaecida por la pandemia» y «estuvo bien cerca de no existir». «La pandemia nos tuvo a todos con un fondo de tristeza. A mí lo que me pasó es que me di cuenta de que, para escribir canciones, necesitaba la presencia y el estímulo de otras personas, que escribir solo era muy complicado, tan solo era capaz de completar un 80 por ciento de las canciones.

A pesar de ser un trabajo «muy marcado» por la pandemia, el uruguayo reconoce que no quería dejar constancia de lo que estaba pasando en ese momento por dos razones. La primera es que «prefería hablar de lo que se echa de menos» y la segunda que se iba a pasar los tres años posteriores de gira.

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