Diario de León

El emblema minero de La Robla se reiventa

Naturgy avanza según las previsiones en las obras para desmantelar la central térmica

Todavía no se ha demolido ningún edificio o construcción como la emblemática chimenea o las torres de refrigeración. DL

Todavía no se ha demolido ningún edificio o construcción como la emblemática chimenea o las torres de refrigeración. DL

León

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La central térmica de La Robla se poco a poco desdibujando del paisaje de la montaña central leonesa para reconvertirse, en un futuro, en la primera planta de hidrógeno verde de la provincia.

Las obras para desmantelar la térmica roblama avanzan según lo previsto. Según fuentes de Naturgy, responsable de las instalaciones, el desmantelamiento avanza a buen ritmo, aunque de momento no se aprecian grandes cambios desde el exterior, ya que las actividades realizadas han consistido principalmente en el achatarramiento de equipos, situados en el interior de las edificaciones. Entre los equipos ya desguazados se encuentran ya parte de las turbinas y alternadores que generaban la energía eléctrica y los transformadores que conectaban la central con la red eléctrica de transporte. También han desaparecido las cintas que transportaban el carbón desde el parque de almacenamiento a las tolvas para su consumo en las calderas, así como parte de los conductos de humos que conectaban estas con las chimeneas.

Todavía no se ha demolido ningún edificio o construcción de todo este complejo industrial, como la emblemática chimenea o las torres de refrigeración, que se desmantelarán ya el próximo año.

Las obras están siendo llevadas a cabo por la empresa vasca Lezama Demoliciones, que cuenta con trabajadores del municipio roblano para la realización de los trabajos.

El proyecto de desmantelamiento de la central presentado por Naturgy en junio de 2019 ante el Ministerio de Transición Ecológica opta por una «demolición selectiva», que permite rentabilizar en lo posible los materiales susceptibles de reciclaje y genera un menor impacto ambiental que el que produce una demolición convencional.

El proyecto contempla una inversión de 12,9 millones de euros para hacer desaparecer las actuales instalaciones y dejar los terrenos adecuados medioambientalmente. Un presupuesto que centra el mayor coste (8,2 millones) en el desmantelamiento de las instalaciones, pero que contempla casi 3 millones en las actuaciones previas a la demolición y otros 1,3 millones en la gestión de los residuos generados, entre otros gastos necesarios.

Según la memoria del proyecto, en la demolición de la térmica a se generarán 156.443 toneladas de residuos, de las que 87.764 —en un 56%, hormigón con el que se construyeron las instalaciones—, se reutilizarán en el relleno de balsas de decantación, fosos y sótanos que existen en las instalaciones, a fin de conseguir una parcela nivelada, y otras 68.679 se expedirán para su valorización o eliminación por parte de gestores autorizados. A lo largo de los 36 meses que durará el proceso, iniciado en mayo, se estima una salida diaria de dos a tres camiones de material para su tratamiento.

Se trata en su mayor parte de residuos no peligrosos —136.724 toneladas—, entre los que se encuentra hormigón, madera, ladrillos, metales, cableado y materiales de aislamiento, a los que se suman otras 19.724 toneladas de residuos peligrosos, que representan el 12,6% del total. Cerca 1.120 toneladas son materiales con amianto y cerca de 13.000 toneladas son tierras con sustancias peligrosas, que será eliminado.

El cierre de las centrales térmicas de carbón en España es un proceso desarrollado desde inicios de los años 2010 cuya finalidad es la clausura de todas las instalaciones termoeléctricas alimentadas con carbón en España

Fue el pasado mes de julio de 2020 cuando la mítica central apagó su actividad para siempre, después de 50 años de funcionamiento. Construida en 1970, la central llegó a emplear a 300 trabajadores en la época de mayor rendimiento.

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