Diario de León

El Entroido: alboroto y fanfarronería

Entre harapos de colores y al ritmo de las gaitas discurrió el desfile del Carnaval tradicional, recreación del que se hacía allá por el siglo XIX, que concluyó frente al Ayuntamiento con la quema del ‘antruejo’ y los ‘fachois’

Ponferrada

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Dice la tradición que el último botillo de la matanza se come en el Entroido por miedo a que el tiempo haga mella en el embutido y acabe perdiéndose. Y aunque hoy día la cosa ha cambiado y el rey de la mesa berciana se ha hecho imperecedero y se puede comer en cualquier momento del año, es bueno mantener la ligazón con el pasado cuando de ello depende la identidad de un territorio, tan en boga últimamente.

La quema del atruejo y los fachois, en la Plaza del Ayuntamiento. ANA F. BARREDO

Así, se coma o no el último botillo —allá cada cual con sus antojos— Ponferrada sigue celebrando el Entroido Berciano y ayer volvió a demostrar que esta costumbre está más de moda que nunca. En la calle suena la gaita y otros sonidos tradicionales mientras bailan entre harapos unos seres coloridos, incluidos los ‘diaños’, que recorren la ciudad gastando bromas a los viandantes de camino hacia la incineración del ‘antruejo’ y los ‘fachois’. Entre el área comercial de La Herrería y la plaza del Ayuntamiento discurre la juerga del Carnaval tradicional organizado por Alegría Berciana. Color, alboroto y fanfarronería para celebrar la vida carnal antes del recogimiento más propio de la Semana Santa que se avecina. Con la quema se renuevan los propósitos y se deja atrás lo malo mientras la paja arde y las pavesas vuelan llevándose lo que nadie quiere.

El Entroido Berciano abrió, por todo lo alto, los actos del Carnaval de Ponferrada, sirvió para inaugurar una fiesta de cinco días que hoy toma forma infantil.

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