Diario de León

«La estupidez hoy es más visible que nunca»

El escritor y exdirector de la RAE, el gallego Darío Villanueva

El escritor y exdirector de la RAE, el gallego Darío Villanueva

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miguel lorenci

La corrección política y la posverdad preocupan tanto a Darío Villanueva (Villalba, Lugo 70 años) que el exdirector de la RAE les dedica su último ensayo: Morderse la lengua (Espasa). Muestra su erudición humanista y hace gala de humor y retranca para denunciar que vivimos tiempos peligrosos en los que priman la estupidez, la patraña y un adanismo feroz.

—¿Dónde nace su interés por la corrección política y la posverdad?

—Ambas lacras se originaron en los campus universitarios norteamericanos que conozco bien y donde arraigan los espacios seguros (safe spaces). Su primera víctima ha sido la libertad de cátedra. Los profesores no pueden abordar ningún tema que desequilibre emocionalmente a sus alumnos, tratados como infantes desprotegidos. Es la negación del Siglo de las Luces, el gran momento de eclosión de la libertad y del avance de la humanidad, de la racionalidad y del sapere aude (atrévete a saber) de Kant. Ahora, en vez de saber hay que ignorar. Si sabes puedes ser infeliz en función de unos parámetros ridículos.

—¿La corrección amenaza la creación artística y literaria?

—Sin duda. En el libro menciono el caso de Les Luthiers, ganadores del Premio Princesa de Asturias de Comunicación y con 50 años de éxito.

Bajo el prisma de la corrección política ninguno de sus espectáculos saldría indemne. Sus chistes de judíos, sobre el Vaticano o las relaciones hombre-mujer serían inaceptables por la ola de neopuritarismo que padecemos.

—¿Nos mordemos la lengua hasta caer en la autocensura?

—Sí. Existe la autocensura voluntaria que practicamos por cortesía o prudencia, y es normal. Otra cosa es lo que ocurre ahora, que la corrección política provoca la autocensura, que es una forma perversa de censura. Nos mordemos la lengua por miedo.

—¿A qué tememos?

—A lo que el famoso manifiesto de Harper’s llama la cancelación y que puede acarrear la muerte civil. Hay entidades gaseosas que no son Gobiernos, sino grupos, que se proyectan sobre alguien porque no se ha expresado de modo políticamente correcto de acuerdo a las leyes que ellos establecen, que no están ni escritas ni avaladas por un poder legal.

El resultado de la cancelación es la muerte civil de personas de trayectoria ejemplar, simplemente porque un día dicen algo que estos grupos consideran machista, sexista o inconveniente. Caen en las tinieblas y son machacados.

—La cacareada posverdad, ¿no es otra cosa que la mentira?

—La posverdad es, en efecto, la mentira secular, interesada, manipuladora y casi siempre ligada a motivos políticos. Platón hablaba ya de la mentira benéfica del político que quiere favorecer al pueblo con ella.

Maquiavelo nos enseñó que la mentira es un instrumento fundamental y que los príncipes podían mentir sin preocuparse por ello, ya que siempre tendrán razones para justificar su falacia. Napoleón dice, tras leer a Maquiavelo, que los príncipes deben saber que hay muchos súbditos que quieren que se les mienta, que están dispuestos a ser engañados.

—¿Queremos que nos mientan para afianzar nuestra opinión?

—Sí. Los psicólogos sociales lo han estudiado a través de lo que llaman sesgo de confirmación. Tenemos un mecanismo psicológico por el que anteponemos nuestros prejuicios a la realidad. Cuando la realidad choca con nuestras pulsiones prejuiciosas, la rechazamos y nos quedamos con ellas. Es así.

—¿Malos tiempos, pues, para la verdad?

—Malos. Se ha quebrado la racionalidad y se han mitigado esas luces del siglo XVIII de donde vienen las revoluciones francesa y americana, y la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. El predominio de la razón y de la ciencia se pone en duda. Se dice que la razón es imperialista o eurocéntrica. Se prima la inteligencia emocional y aparece la modernidad líquida de Bauman, en la que no hay certezas y sí una ignorancia total de lo que ha ocurrido. Un adanismo feroz.

—¿Dejamos la luz para virar hacia la estulticia?

—Sin duda. Y nos lo dijo Erasmo de Róterdam cuyo libro se tradujo como Elogio de la locura cuando sería elogio de la estupidez o de la estulticia. Hoy predomina la estupidez. Es más visible que nunca y campa en los nuevos medios proliferantes y virales que son las redes sociales y en la televisión. La estupidez es un campo abonado para que ocurran cosas como que el hombre más poderoso del mundo haya sido Donald Trump.

—La RAE recibe peticiones disparatadas a cuenta de la corrección política.

—De manera continua y con grandes presiones desde el incongruente supuesto de que las palabras crean las realidades, cuando es al revés.

De ser verdad lo primero, arreglaríamos el mundo de un plumazo. Suprimiendo la palabra covid desaparecería la pandemia. Se repite como un mantra que las palabras son las causantes de esas realidades desagradables olvidando que ya Aristóteles decía que en la política las palabras sirven para lo justo y lo injusto, para lo conveniente y lo inconveniente. El democrático lenguaje nos da instrumentos para ser razonables, sensatos caballerosos y dignos, pero también para ser canallas, sinvergüenzas, mafiosos y crueles.

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