Diario de León

Every, el pirata que cambió el mundo

l El divulgador Steven Johnson repasa la vida de este violador y esclavista inglés

jesús gorriti

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León

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daniel roldán

Ni se llamaba Henry ni se apellidaba Every. Puede que fuera Avery y que en su partida de nacimiento su nombre verdadero fuera John. O puede que de verdad se llamara Henry Every. Nunca se sabrá a ciencia cierta. Las nebulosas que rodean a este pirata comienzan desde su llegada a este mundo. Devon, en el sudeste de Inglaterra, es el lugar de su nacimiento sobre el año 1659. Es el año y el lugar en que los expertos coinciden. Cuarenta años más tarde desapareció sin dejar rastro para fomentar su leyenda y los mitos en torno a su figura, como que se había retirado cubierto de oro y joyas acompañado de una princesa india que le habían regalado sus compinches. Every se convirtió en un «líder de la clase obrera» de la época, como señala Steven Johnson (Washington, 1968), gracias a las canciones y después a los panfletos, biografías y hasta obras de teatro. Pero en realidad, Every fue un «asesino, un violador, un secuestrador y un esclavista»; leal solo a los suyos, le importaban un comino lo que ahora conocemos como derechos humanos. Pero una acción suya, como señala Johnson en Un pirata contra el capital (Turner), cambió la geopolítica internacional en el siglo XVII tal vez para siempre. El divulgador estadounidense recorre la vida de Every, que se alistó siendo un niño en la Marina Real británica. Participó como guardiamarina a bordo del HMS Rupert en la Guerra de los Nueve Años (1688-1697), que enfrentó a Inglaterra contra varios clanes irlandeses apoyados por España. Después, el pirata más famoso del siglo XVII decide abandonar la armada británica en 1690 durante unos años para dedicarse al lucrativo negocio del tráfico de seres humanos entre Africa y Bahamas. Regresa para servir a su majestad, aunque dura poco. Se amotina con la tripulación, roba el Charles II y se marcha al océano Indico. Convertido en pirata y a bordo del rebautizado Fancy, espera su oportunidad en el mar Arábigo. Como señala Johnson, era una de las principales rutas comerciales que había en el mundo, conectando La Meca con el Imperio mogol, un Estado islámico que entre los siglos XVI y XIX se extendió por los actuales Pakistán, India, Bangladés y llegó hasta Irán. Every se alía con otros piratas. Son unos 500 hombres. Se lo toma con calma. Tarda un año en planificar el golpe. El objetivo es el Ganj-I-Sawai, el barco del emperador Aurangzeb, que viaja lleno de tesoros. Para su protección, contaba con 80 cañones, 400 soldados y otros 24 barcos.

El ataque se lanzó el 11 de septiembre de 1695. Every tiene la suerte de su lado. Primero, un cañón en mal estado explota y masacra a decenas de soldados mogoles. «La posibilidad de que un cañón explotara durante un disparo era muy pequeña», explica el autor. Después, un disparo pirata alcanzó la base del mástil. Lo destrozó. Tres horas después, el barco era capturado y comenzaba el saqueo y todas las vilezas. Hubo violaciones y torturas para saber dónde había más objetos de valor (seda y especias) además del oro o la plata. Tras el golpe, la sociedad de malhechores. Muchos acabaron muertos; otros, en la ruina. Y Every desapareció, al igual que el Imperio mogol. Porque este hecho, como subraya Johnson, hizo que cambiaran las relaciones comerciales. Aurangzeb se vengó de los ingleses por su ineptitud y atacó Bombay. Los rifirrafes terminaron cuando fue compensado y los piratas declarados «enemigos de la humanidad». Pero tras su muerte (1707), el imperio se desmoronó en guerras civiles hasta que la Compañía de las Indias Orientales se hace con el control en 1757 y deja el territorio mogol en la mínima expresión.

Esta «decadencia» mogola se debió a que la acumulación de riquezas no sirve si no hay inversión. Algo que sí entendió la Compañía de las Indias Orientales, «la primera corporación multinacional del mundo en formato de sociedad anónima por acciones», que controló el subcontinente asiático y cambió las relaciones económicas de medio planeta. Incluso se libró de los piratas, que se tuvieron que trasladar al Caribe.

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