Diario de León

«No existen las madres imperfectas»

l Guadalupe Nettel aborda la maternidad en ‘La hija única’

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A través de videoconferencia, con periodistas de dos continentes, Nettel ha contado desde su casa de México que todo empezó a gestarse después de que a una de sus más íntimas allegadas, muy embarazada, le dijeran los médicos que debía tener a la hija que esperaba, a pesar de que cuando «naciera iba a morir».

«Aquello me agarró del cuello y me dijo: tienes que escribirme, porque tienes que entenderme. Viví con mi amiga la zozobra que ella vivió y cuando le pregunté si estaba dispuesta a que escribiera sobre ella y su hija, se sintió entusiasmada con la idea», ha apuntado.

A pesar de que es una mujer tímida y reservada, «le pareció importante que su vivencia pasara a la literatura y que pudiera tocar la vida de los demás, algo que a mí me pareció muy valiente de su parte. Le hice varias entrevistas, lo que es la primera vez que ocurre en mi trayectoria, y escribí esta novela, que se fue entretejiendo con otras historias que llegaron después».

Publicada por Anagrama, en La hija única Nettel narra a partir del momento en el que a Alina, embarazada de ocho meses, le anuncian que su hija no podrá sobrevivir al nacimiento, y ella y su compañero deben emprender un proceso de aceptación y duelo.

La narradora Laura irá describiendo cómo se transforma ese entorno familiar, a la vez que reflexionará sobre el amor y sus lógicas, y presentará al lector a su vecina Doris, madre soltera de un hijo más que problemático.

Si en El huésped, novela con la que se dio a conocer en 2005, la protagonista era una niña habitada interiormente por un ser inquietante, aquí ha querido ahondar en los sentimientos de una mujer, madre de una niña que va a morir, aunque «involuntariamente ha resultado una novela sobre la maternidad».

Ha reconocido que el texto hubiera tomado otro cariz si ella no hubiera sido progenitora hace unos años, aunque hubiera tratado de la misma forma a «un personaje que tiene que adaptarse a las peores realidades posibles».

Es, asimismo, un artefacto literario en el que aborda una cuestión como la del destino. «Nadie sabe lo que va a pasar en nuestras vidas, ni si el destino puede cambiar en un momento. Si podremos adaptarnos a las vicisitudes de la vida es algo muy presente en la novela y eso conecta con la experiencia que todos hemos pasado por las frustraciones de este 2020», ha subrayado. Como es habitual en su trayectoria, lo que es normal y anormal, así como la visualización de las anomalías, va sobrevolando las páginas del libro, asomándose en esta ocasión al mundo animal para comparar y «ver de qué manera se ejerce la maternidad, con aves hembra que no cuidan de sus crías, y, en otras especies, padres absolutamente devotos de la crianza».

En cambio, en las sociedades formadas por seres humanos, «existe la exigencia social de que las mujeres seamos madres perfectas, poniéndonos a la Virgen María como referente, un icono imposible de igualar porque no existen las madres perfectas, pero tampoco existen las madres imperfectas, es una norma absolutamente inventada».

Quien se acerque al relato, a la vez, conocerá el punto de vista de la escritora sobre un tema que cree poco tratado literariamente como es el de la diversidad neurológica: «La belleza de los seres únicos, porque hay que aprender a distinguir esa belleza que no se ajusta a cánones, aunque, en realidad, ningún ser animal o planta es igual a otro».

A su juicio, hay que «aprender a ver la diversidad y a disfrutar de esa belleza» y se ha posicionado a favor de la inclusión. «¿Cómo vamos a negar el derecho a incluirse en esta sociedad?», se ha preguntado con respecto a este tipo de personas.

Sobre cómo su amiga ha valorado la obra, Guadalupe Nettel ha indicado que pudo leer el primer borrador y entonces le dijo que echaba en falta el yo de la escritora. «Inventa, mátanos a todos si quieres», le dijo.

Y Nettel, que lo consideró muy generoso de su parte, fue dándole nueva forma al manuscrito hasta que, ya acabado, se lo dio de nuevo a leer a su amiga «y le pareció muy divertido cómo había reinterpretado su historia, pero le gustó y está contenta por el resultado, lo que me tranquilizó profundamente, aunque ahora lo están leyendo su suegra y el marido y la que está preocupadísima soy yo por lo que diga cada uno de ellos».

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