Explorando más allá en Vegacervera
PABLO LIEDO | VEGACERVERA
Accediendo desde un apartadero de la carretera en las Hoces de Vegacervera, ese ‘marco incomparable’ a la vera del río Torío, está la cueva de la Vieja. Escondida, inexplorada, desconocida durante años ante la falta de espeleólogos buceadores en la provincia, en las últimas semanas el leonés Pedro González y el inglés Jason Mallinson se adentran en ella, donde hasta ahora sólo había llegado el hombre al iniccio de la gruta para una de las tomas de agua que sirven a las poblaciones del valle.
«Que venga Jason aquí es como si estás arreglando tu coche y viene un piloto de Fórmula 1 a ayudarte», afirma Pedro, refiriéndose a uno «de los mejores espeleo-buceadores del mundo» que participó en el rescate de los doce niños en Tailandia de hace solo un año. Además de animarse a explorar esta cueva en Vegacervera, Jason también participa en los trabajos en la cueva inundada más grande de Europa, la del Pozo Azul en Burgos.
La labor que realiza esta pareja de espeleólogos comenzó hace cuatro años, y las labores actuales se centran en una segunda galería inundada, totalmente desconocida, en la que deben alternar zonas inundadas y secas. «Sabemos que la cueva transcurre paralela a la carretera, pero nada más», incide Pedro.
Seguridad ante todo
En un proyecto de este tipo un explorador tiene incluso que cambiar de traje durante el trayecto hacia el interior de la tierra, desde el ‘típico’ traje de neopreno a uno totalmente aislante. «El agua ahí dentro está a unos seis o siete grados», advierte Jason en su bien conocido español, ya que lleva 21 años visitando distintos puntos del subsuelo de nuestro país.
Pero no solo se accede a las cuevas con los trajes especiales, ya que deben acompañarse de un buen puñado de botellas de aire comprimido de hasta 20 kilos y deben atarse con un hilo, de hasta 300 metros en esta ocasión, a la salida. «Según vas avanzando los lodos del fondo te enturbian totalmente la vista», alertan los dos espeleo-buceadores.