Diario de León
DF7P6F1-10-45-29-5.jpg

DF7P6F1-10-45-29-5.jpg

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

josé enrique martínez

Actor y dramaturgo, en el campo de la poesía Álvaro Tato (Madrid, 1978) es el autor de obras como Gira (2011), Cara máscara (2007) y Vuelavoz (2017); en su día entendimos este último libro como una relectura o reescritura de la poesía oral tradicional y anónima, un legado que en el siglo pasado remozaron García Lorca y Alberti entre otros. Observábamos, asimismo, un acusado sentido rítmico y el gusto por el juego y el encantamiento verbal. Son aspectos estos últimos que se traslucen en el nuevo poemario, Año luz, encabezado por un lema lopesco: «Yo invento, Amor escribe, el tiempo lima»; es verso de un soneto, molde al que se ajusta el poemario entero de Álvaro Tato, un molde tan abierto, diverso y maleable que ha sido capaz de pervivir a lo largo de los siglos adaptándose a las circunstancias e intereses de cada momento y aceptando ser alterado, forzado, violentado y transgredido de muy diferentes modos por unos u otros poetas. Álvaro Tato respeta el molde tradicional de los catorce versos con sus dos cuartetos y dos tercetos, pero lo somete a pruebas de las que el soneto sale robustecido, y lo hace con tal habilidad y naturalidad que los versos parecen brotar de una facilidad o espontaneidad inexistentes.

Nos vamos a encontrar con sonetos a la manera tradicional, pero siempre hay algún detalle llamativo, como por ejemplo la pieza construida anafóricamente sobre el interrogativo «qué», el cual cierra también el soneto: «qué empeño en olvidar lo que ya sé: / qué vida breve, qué temprano pasa, / qué frágil, qué fugaz, qué corta. ¿Y qué?». Son más atractivos los sonetos con versos de medidas diferentes, destacando por su pericia aquellos construidos con versos extremadamente breves, incluso con bisílabos. No es preciso insistir en estos y otros aspectos si no es para encarecer la renovación y vigorización de una vieja horma acomodada a los nuevos tiempos. Tampoco será necesario expresar lo que en los ejercicios métricos y retóricos de Álvaro Tato hay de habilidad, ingenio, sentido rítmico, juego y experimento. Al tiempo, algunos viejos tópicos (el carpe diem, por ejemplo) reaparecen también reelaborados, de modo que siguen alimentando el imaginario de nuestro tiempo. ¿Y de qué hablan estos sonetos? Creo que, oculto a veces por la destreza en el manejo de las viejas formas, alienta básicamente un asunto: la brevedad de la vida, el fluir temporal: «sé que todo se va y se acaba todo»; «este dolor de ser / una flor / al borde del abismo».

tracking