Diario de León

«No he participado de la ilusión del MeToo»

l Laura Navarro explora la memoria familiar y la muerte en ‘Las voces de Adriana’, una novela en la que palpita el sentimiento de orfandad

La escritora vallisoletana Elvira Navarro con un ejemplar su novela ‘Las voces de Adriana’

La escritora vallisoletana Elvira Navarro con un ejemplar su novela ‘Las voces de Adriana’

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

antonio paniagua

Las voces de Adriana (Literatura Random House) no es una obra autobiográfica porque tiene demasiados elementos de ficción», asegura la escritora, quien desconfía de la memoria, una facultad «llena de trampas». La novelista siempre había asociado el sentimiento de orfandad con la muerte de los padres en edades tempranas, pero ella sintió esa soledad en la madurez. «Cuando llegué a la adultez y empezaron a desaparecer los míos, experimenté esa sensación. Me fui contando los hechos y reelaborando la memoria, que a la postre es ficción». La novela cuenta la historia de Adriana, una mujer que se enfrenta a varias desapariciones luctuosas y que, mientras cuida a su padre enfermo, se entrega a huronear con avidez en las vidas de los demás en las redes sociales. Consumidora de experiencias amorosas gracias a una aplicación de citas, el desconcierto la acecha. Los fantasmas del pasado irrumpen con fuerza a través de una casa de pueblo de muros sólidos y habitaciones cerradas, mientras que los miedos no dejan de asediarla. «Es una novela que recorre distintas muertes, remotas y trágicas, que están incidiendo en el pasado familiar y que se remontan a la Guerra Civil. Eso me sirve para analizar cómo se transmite la memoria, en concreto el fusilamiento de dos hermanos de la abuela. Pero no es una novela sobre la guerra ni el duelo, sino sobre cómo nos llegan esos relatos».

Sobre la propia muerte nadie va a poder hablar nunca, dado que quien la conoce de veras yace en una tumba. Elvira Navarro ha dado una vuelta de tuerca al asunto para descubrir que el afán de vivir esconde contradicciones. «Normalmente se relacionan los hábitos autodestructivos con la pulsión de muerte y los saludables con la pulsión de vida. Pero a veces la obsesión de ir al gimnasio, cuidarnos y comer sano también se puede interpretar como un miedo a la muerte. El padre de Adriana quiere que le dejen en paz, por eso sigue fumando».

La literatura de Navarro destila desazón y con frecuencia hurga en las heridas abiertas. Tras el libro de relatos La ciudad en invierno y la novela La ciudad feliz, su voz se ha labrado un prestigio en el panorama literario español. Navarro es tenida como una narradora de historias perturbadoras que no se arredra al opinar sobre temas espinosos. Sus convicciones feministas no le han impedido marcar distancias con el MeToo. «No participé de la ilusión colectiva de ese movimiento, no creo que las mujeres sean esencialmente distintas de los hombres. Estaba en el ambiente la sensación de que las mujeres íbamos a hacer mejor las cosas porque nuestra actitud era diferente a la de los hombres, algo que yo no comparto».

Navarro, que se mueve con soltura en el género de la novela breve, piensa que su parquedad obedece a una búsqueda de lo esencial, una cualidad que va con su personalidad. «Cuando ya he dicho una cosa, no me gusta ahondar en ella». Lectora fiel de la literatura latinoamericana, siente pasión por Samantha Schweblin y Mariana Enríquez, especialmente por su recopilación de cuentos Las cosas que perdimos con el fuego. No le suscita rechazo el tremendismo de algunos autores del otro lado del Atlántico. No en balde, es una devota de los desafueros crueles de La familia de Pascual Duarte, de Cela.

tracking