Diario de León

HUERTOS DE BALCÓN

Comer de lo que se produce en casa. En el balcón. Basta con un poco de sol, el espacio para unas macetas y agua. Un pequeño jardín que convierte las ventanas y las terrazas en un vergel. Mucho más que un divertimento, una manera de introducir en casa un pedazo de la naturaleza.

Imagen de kozlovskikh en Pixabay

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León

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Los hay solidarios, cantarines e incluso reconvertidos en improvisados centros deportivos, pero sobre todo los balcones y terrazas han pasado a ser considerados uno de los lugares más venerados al albergar rincones verdes donde florecen huertos urbanos.

Estos espacios, desde donde cada tarde se asoman mayores y pequeños para mostrar su solidaridad con todas aquellas personas que están luchando contra la pandemia causada por el coronavirus, acercan la naturaleza a los hogares a través de cultivos y plantas, que ayudan a oxigenar el aire y a reducir la contaminación atmosférica.

Poner en marcha un huerto urbano «no precisa de muchos materiales» y, sobre todo, cuando «no disponemos de demasiado espacio», se pueden emplear aquellos recipientes que «utilizamos para macetas», explica María Abalo, responsable de comunicación de La Huertoteca, un proyecto dedicado a la creación y diseño a medida de estos lugares naturales.

La clave está en disponer de luz natural porque «si no tenemos acceso a esa incidencia lumínica, no se podría dar un huerto», apunta Abalo, quien especifica que «mientras dispongamos de una ventana, alféizar o un espacio por donde pueda penetrar algo de luminosidad, se puede cultivar».

Otros de los elementos necesarios serían el sustrato, para el que se puede aprovechar la tierra que ya se tenga y recipientes en los que poder sembrar cuyo tamaño dependerá de lo que se quiere plantar, ya que una lechuga, por ejemplo, «puede crecer en un pequeña vasija de dos o tres litros de capacidad pero una tomatera precisa de un mayor volumen.

¿Qué se puede cultivar en casa? «Prácticamente de todo», señala esta experta, pues uno de los mayores inconvenientes, que sería acceder a las semillas, se puede solventar recurriendo a los propios alimentos que consumimos como pimientos, tomates, lechugas o coles, entre otros.

Hay que tener presente, además, los «ciclos de la naturaleza», pues hay hortalizas, como la lechuga, «que se pueden plantar durante todo el año y requieren en torno a tres o cuatro horas de luz al día», y otras «más exigentes», como el tomate, que «necesitan entre seis y ocho horas de luminosidad».

El riego también constituye un aspecto fundamental, por lo que «hay que vigilar que los cultivos posean humedad», además de «cerciorarnos de que el tiesto cuente con agujeros para poder drenar el agua».

La Huertoteca ha lanzado un curso digital gratuito para «todo aquel que desee curiosear o empaparse de la información necesaria para iniciarse en el mundo de la horticultura».

Y es que la huerta urbana se convierte en una tarea estupenda para hacer en casa y, en el caso de los niños, «puede ser una magnífica oportunidad para enseñarles valores como la responsabilidad, el cuidado o la constancia», relata la psicóloga infantil especialista en Atención Temprana, Carmen Nevado.

Una actividad que, «además de mantenernos la mente ocupada», también «fomenta la transmisión de conocimiento entre generaciones y sirve como vehículo para afianzar vínculos».

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