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Del infierno de Mali a la tierra prometida

El leonés Rafael Martínez Bernardo publica ‘Dejad crecer rosas en el desierto’, una novela sobre emigración

josé caviedes

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León

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Viajero impenitente, en sus visitas a África escuchó historias aterradoras. Y tomó nota. El filólogo leonés Rafael Martínez Bernardo guardó en su memoria los relatos de niños-soldado que le contaron en Tanzania. También le interesaba especialmente la cruenta guerra civil en Mali, un conflicto que comenzó hace nueve años, ha provocado miles de muertos y más de un millón de desplazados. Así construyó su primera novela, Dejad crecer rosas en el desierto.

Martínez Bernardo, que hasta ahora solo ha publicado el ensayo Salman Rushdie, recreador de la historia mágica y mítica, se inspiró en hechos reales para contar el épico viaje de tres niños cargados con la ‘mochila’ de sus duras experiencias en el convulso corazón de Mali, hasta llegar al paraíso, en Malta. Y cita al principio de la novela una frase de Enrique Vila-Matas que al autor le parece una aterradora descripción de los inmigrantes que a diario perecen en el Mediterráneo en busca de un futuro mejor: «El mar está adoquinado con rostros humanos, los rostros de los muertos».

Será el destino el que hará coincidir a los tres jóvenes protagonistas en un viaje plagado de dificultades, en el que tendrán que cruzar el desierto, ríos y ciudades hostiles.

Doctor en Filología Inglesa y Alemana, el escritor leonés conoce a fondo África y el desierto. Dejad crecer rosas en el desierto es una crítica velada al recibimiento que les espera a miles de africanos que llegan a Europa con un sueño. Miembro de una oenegé que colabora en África, Martínez Bernardo contactó en Larache con personas que aguardaban el momento de cruzar el Estrecho. «Me confesaron sus miserias, las penurias que pasaban y también me hablaron de las mafias».

La novela, con páginas durísimas en las que se describen las atrocidades que han sufrido los protagonistas, tiene una estructura circular. Comienza y concluye con un congreso sobre política migratoria en La Valeta. «No es una novela reivindicativa, la crítica está soterrada y con cierta ironía», sostiene Martínez Bernardo. Sin embargo, aunque piensa que «no se pueden abrir las fronteras, una vez que vienen no se les puede dejar abandonados en alta mar. No tengo la solución, pero pienso que hay que invertir en esos países. La gente no emigra por gusto, sino por necesidad, hambre y violencia».

El autor da numerosas claves sobre Mali, un país donde el terrorismo yihadista se ha extendido como una mancha de aceite, propagándose desde el norte a la zona llamada de las tres fronteras, (Mali, Burkina Faso y Níger). Además están los separatistas tuareg, constituidos en el Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad (MNLA), que reclaman un Estado propio.

Uno de los niños protagonistas, Gazali —marcado en su espalda con un hierro candente, cuando fue reclutado como soldado para luchar contra el ejército gubernamental—, reflexiona sobre «la inutilidad de un dios que permitía, incluso incitaba, a sus creyentes a cometer las mayores atrocidades en su nombre. Un dios impasible, ajeno a las injusticias, que aceptaba todos los sacrificios por crueles que estos fuesen».

El título Dejad crecer rosas en el desierto hace alusión a las mafias. Los traficantes mueven en África —según estimaciones policiales— a 3,5 millones de personas, más que cualquier turoperador global. «Crecen las rosas en el desierto, pero vienen los alacranes y los buitres y devoran los pétalos». Es una forma poética de contar cómo la voracidad del capitalismo europeo mantiene estrangulada a África.

Pese a la dureza de la historia, el autor deja que el lirismo y la poesía se cuelen en las espléndidas descripciones de los inmensos paisajes africanos. Y en medio del horror, también hay espacio para el amor, y para la sorpresa, ante la contemplación por primera vez de un mar inmenso, sembrado por los cadáveres de muchos compatriotas.

El escritor, que presentará la novela el día 17 en el Instituto Leonés de Cultura (ILC), tenía acabado el libro hace año y medio, pero tuvo que aplazar la publicación con la llegada de la pandemia y el confinamiento. Ahora está centrado en la promoción de su ‘ópera prima’, tras el bajón que ha vivido con el coronavirus, pero tiene algunas ideas para la próxima novela.

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