Diario de León

Una isla remota para la esperanza rohinyá

Dos mil representantes de la etnia buscarán en Bhasan Char un nivel de vida que no pueden encontrar en los masificados campamentos del sureste de Bangladesh

Un padre carga con sus dos hijos para cruzar la frontera entre Birmania y Bangladesh a través del río Naf. ABIR ABDULLAH

Un padre carga con sus dos hijos para cruzar la frontera entre Birmania y Bangladesh a través del río Naf. ABIR ABDULLAH

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Mohammad Abdullah se embarcó junto a cerca de 2.000 rohinyás hacia la remota isla de Bhasan Char, donde busca un nivel de vida que no pudo encontrar en los masificados campamentos del sureste de Bangladesh. Pero la falta de transparencia en el traslado ha disparado las críticas de organismos internacionales, incluida la ONU, a pesar de que el Gobierno insiste en que la reubicación es necesaria para descongestionar los campamentos, a los que llegaron unos 738.000 rohinyás tras el estallido de violencia en Birmania en 2017. «Los que vinieron primero dijeron que estaban bien, así que vinimos. Ahora me siento bien. Ojalá pueda tener una buena vida allí», dijo a Efe Abdullah, ya a bordo de la embarcación militar que lo llevaba junto a otros tres miembros de su familia a la isla.

Bangladesh anunció por primera vez en 2017 su plan para reubicar a los rohinyás en esta isla de 40 kilómetros cuadrados ubicada en la Bahía de Bengala, aunque el plan quedó en suspenso tras la presión de organizaciones internacionales contrarias al traslado.

Las autoridades defienden sin embargo que en contraste con las frágiles chozas de palos y plástico en los masificados campamentos de refugiados en el sureste del país, las instalaciones en la isla desarrolladas por la Armada cuentan con suministro ininterrumpido de electricidad, dos hospitales y cuatro clínicas comunitarias. Además disponen de refugios contra ciclones, parcelas agrícolas, mezquitas, almacenes, servicios de telecomunicaciones, estación de policía, centros de recreación y aprendizaje, e incluso parques de juego para los niños, que suponen más de la mitad de los refugiados.

Así podrán retomar en la isla trabajos que solían llevar a cabo en Birmania, como la pesca, la agricultura y la cría de cabras, aseguran las autoridades. La ONU y grupos de defensa de los derechos humanos han instado a detener el proceso por la falta de transparencia y las condiciones de esta isla deshabitada, que suele inundarse durante el monzón.

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