Jacobeos al son del Reloj

Ya en la Edad Media Camponaraya contaba con dos hospitales de peregrinos, San Juan y La Soledad, evidencias históricas de su fuerte ligazón con el Camino de Santiago. La primera parada de los dos kilómetros de Ruta Jacobea que atesora sitúa al caminante en la Iglesia de San Ildefonso, levantada para sustituir al viejo templo ubicado en la plaza de los Soportales con el mismo nombre y derribado en 1974. Una herida aún abierta, sobre todo, entre los mayores del pueblo que la conocieron y también al cementerio aledaño, sepultado bajo una masa de hormigón. El alcalde, Eduardo Morán, lamenta que sea «una herida que todavía duele y no se ha curado entre muchos vecinos». En esta iglesia los viajeros jacobeos pueden sellar sus credenciales. Aquí, una placa conmemora la existencia en su día de una capilla consagrada a la Virgen de Rocamadour, levantada con barro y paja para albergar su imagen trasladada desde Francia. Todo un emblema para Camponaraya, el Reloj, dibuja el eje central del pueblo en plena Ruta Jacobea. «Contamos con todos los servicios imprescindibles que precisa un peregrino: bancos, farmacia, consultorio médico, tiendas de alimentación, hostelería y restauración, taxi y Correos», enumera el alcalde. Asegura que hay ya varios negocios diseñados para la Ruta Jacobea, como albergues y hostales. «Se han pensado para los peregrinos, en invierno se complementan con otra actividad, pero viven esencialmente del Camino». En el recorrido jacobeo, también la vieja Casona de los Santalla y Quiñones, que desde esta primavera vuelve a alojar peregrinos tras la restauración de parte del edificio. En la nómina de inmuebles con historia, el Ayuntamiento rehabilita la Casa de los Ucieda-Osorio, una donación al pueblo con casi 500 años de vida y rodeada de una finca de 6.000 metros cuadrados. «Será un punto de referencia y albergará un proyecto museístico y cultural».

En la plaza, el Ayuntamiento quiso reproducir los soportales que en su día albergaban la feria del ganado, en una localidad con la actividad agrícola en su ADN, pero que busca su proyección industrial con el polígono. La ermita de La Soledad sigue el Camino, allí el tercer domingo de septiembre la Virgen sale en procesión hacia la iglesia de San Ildefonso. Y la Cuesta del Peregrino, un pulmón verde, guía al caminante en su salida del pueblo, con el Centro de Interpretación de la Vid y el Vino también en el recorrido final.